final
del mes y yo te dije que íbamos a estar así hasta la primavera.
están por todos lados. como los imbéciles. como la pandemia. puse una tableta de esas para los mosquitos y abrí la ventana ya ahora espero que se vayan mientras contesto los últimos mails de la semana. o por lo menos del día.
dibujos de flores, pájaros y frutas. queda mucho de mi tiempo buscando imágenes. tengo sueño y pocas ganas de trabajar.
los grabados japoneses son extraños. bellos.
solitarios.
la noche cargada de malos sueños (un beso inoportuno, una foto, todas cuestiones absurdas). pero seguí durmiendo hasta las 10 de la mañana. necesito salir a la calle un rato para recordar cómo funciona la vida fuera de estos límites. el problema es que cada vez que salgo compruebo que no funciona. o que funciona mal. o que algo cambió como en las películas de ciencia ficción o como en ese cuento de ray bradbury en el que se les indica a unos viajeros del tiempo que no se salgan de las líneas porque.
porque.
el tango de c. garcía evolunciona muy lentamente. en realidad el tango ya está ahí, esperando materializarse y desparecer, la que no logra dar un paso hacia adelante soy yo. dos cosas salen, tres no. y así. cada vez que me enfrento a la partitura me doy cuenta de que había algún error de lectura, o de que aquél compás estaba mal medido, o de que la mano izquierda tenía que tocar una octava más abajo o más arriba.
la casa está llena de las mosquitas de la fruta. son insoportables porque uno no puede matarlas a mano como a los mosquitos: enseguida se escapan.
hoy me llamó v. para que le diera una lección de piano express. estuimoe un rato piano a piano (con la dificultad insoslayable de la afinación: el piano de castelar está por lo menos un tono abajo del mío). estuve sola en casa entre el ruido del lavarropas y la suciedad pegajosa de los mueblres de la cocina. me siento cansada ahora, con ganas de domrir.
tuve zapatos azules otras veces. unos muy lindos con taco y boca de pez. si me los ponía cuando me pintaba las uñas de los dedos de los pies de color rojo, mis compañeros de la oficina me decían cosas. también tuve unas botitas. y unas sandalias para bailar tango, con tacos altos.
no salí en todo el día, sólo bajé a buscar una caja que me trajeron. y desde atrás de la puerta vi la calle. ese fue todo mi contacto con el lado de afuera de casa. hablé con las chicas también. el teléfono y las reuniones en las cantidades habituales hicieron que el día fuera pasando sin mayores sobresaltos. al mediodía cociné unas pastas con brócolis. ahora los chicos están en sus cuartos (como toda la tarde, como toda la mañana) y nadie parece estar interesado en cenar. se ve que la vida sedentaria les reduce el apetito.
no toqué el piano hoy tampoco.
hoy no toqué el piano. salí a la calle con unas botitas. hacía meses que no usaba botitas. desde el año pasado. antes de la pandemia.llovía y hacía mucho frío. compré un cuaderno nuevo. sábanas para todos y ravioles en la fábrica de pastas.
¿no extrañás ir a la milonga? me pregunta. le digo que no. la verdad no extraño para nada ir a la milonga, ese ritual absurdo, estar hasta tarde, volver caminando por las calles solitarias de mi barrio. aunque sí extraño bailar en pareja. eso sí. el abrazo, caminar de a dos. el corazón latiendo en una caja. la respiración del otro cerca. lo inesperado de su caminar y el espacio compartido y que uno deja y el otro ocupa y uno ocupa y el otro deja y se confunde continuamente. esa confusión de a dos. eso sí un poco extraño y me pregunto cómo va a ser cuando vuelva a bailar con alguien otra vez.
y también pienso que esto de bailar sola, de tanto profundizar cuestiones técnicas (desarmar un paso en no sé cuántos movimientos más pequeños, entenderlos, razonarlos para después volver a dejarse ir con el cuerpo) y prestar una atención desnesyrada al equilibrio y sostenerme por mi misma tal vez, me haga mejor balarina y sea una sorpresa cuando me reencuentre con alguein para compartir un tango en una milonga cualquiera de la ciudad de buenos aires.
es extraño estar en buenos aires sin tango.
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es extraño este domingo. me quedé dormida. hubo sol pero me escondí. cociné. limpié. la casa está impecable: soy una ama perfecta y eficiente. era algo que no sabía pero que d. una vez me anticipó y yo le negué. ahora me doy cuenta de que tenía razón.
no sé qué libro leer y sé que necesito leer y que hace mucho no incurro en el pecado de la literatura. supongo que es por la intensidad de las [eventuales] exigencias profesionales, digamos, esta cantidad inusitada de reuniones online que se llevan buena parte de mi desatención y sobre todo, de mi tiempo y energía. todas las discusiones previas y los llamados telefónicos. además de tener que investigar sobre temas que no domino. bueno, que ni siquiera conozco. cuando llega la hora de tener que elegir una novela no me queda resto ni para indagar en lo que la biblioteca me ofrece con su habitual generosidad y desinterés.
para la reunión del martes, por ejemplo, no dejo de pensar qué voy a decir y qué no. repito en mi cabeza una y otra vez como un mantra algunas ideas. lo bueno es que luego aparecen otras. ayer mismo hablando con p. hicimos una suerte de ensayo general del acto II. me recomendó llevar la muerte al escenario, lo que por cierto me pareció una apuesta un poco subida de tono (sobre todo ahora en el contexto de la pandemia).
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una vez conseguí un piano para un pianista [argentino] que se encontraba en en una ciudad de francia. lo conseguí un poco por casulidad, haciendo uso de mi mal francés, pedí permiso por escrito en una casa de música para que alguien que necesitaba un lugar donde caerse muerto [es decir, ensayar] pudiera hacerlo sin mayores preocupaciones que la de ir a instalarse con el piano a hacer sus cosas. me dijeron que ok.
la resolución de esa clase de cuestiones es parte de mi confianza en la vida, de mi optimismo. esa forma de pensar ¿y por qué no?
bonjour, je voudrais vous remercier pour l’opportunité doné a p. de s’entrainer a votre magasin. il est très content. c'etait important pour lui de jouer avant son conference.
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pastillita cada noche y con eso vas a andar bárbaro.
por las mañanas, cuando salgo de mi habitación para arrancar el día, quizás nadie lo sabe pero al abrir la puerta ya está la cama tendida con los almohadones sacudidos, el baño limpio (y el olor a esos productos de limpieza que dejan todo como un shopping y a veces como un hospital), la ropa doblada, los zapatos guartdados, cuando comienza el día que parece que es recién ya sucedieron mil operaciones cotidianas, como por ejemplo cortar las etiquetas de la ropa (esa es una obsesión más o menos reciente, es decir, de hace un par de años), o haberme bañado y encremado el cuerpo, ahora que hay más tiempo para vivir se pueden hacer las cosas con un poco más de amor.
ayer no toqué el piano. cuando me di cuenta eran las 12 de la noche: ya era hoy. de modo que puse la sordina y me dediqué a leer la última parte del arreglo de c.g. de color de rosa que es más parecido a un preludio de chopin que a un tango (es decir: es bien un tango) y a medir bien los tiempos porque con esa excusa del romanticismo medio que venía haciendo cualquier cosa con el tempo. pasamos unos 20 minutos en esa modalidad el tango y yo y después me fui a dormir.
respecto de irme a dormir hay una situación similar a la de las mañanas: antes de volver a mi habitación, termino de ordenar la cocina, guardar los platos y los cubiertos que quedaron en el secaplatos, barrer el piso, destender la ropa del lavadero y otras etceteras.
¿te dejaron solito?
el azar de internet me trae hoy un tutorial de maquillaje. por qué. si yo no me pinto. tal vez presienta que lo necesito.
escucho las grabaciones del cuarteto de troilo de fines de los años 60. esas no llegaron por casualidad. las encontré buscando versiones de color de rosa (troilo tiene 2, una del 45 otra del 56, la del 56 tiene una célula introductoria en el comienzo con el piano que carlos garcía usa en su arreglo. es la que más me gusta. escuchando otros tangos y otros arreglos veo que esa "célula" aparece por todas partes, sé que dentro de poco va a aparecer en mis propias improvisaciones. g. y y. tenían razón cuando me decían que la mejor manera de hacer lo mío era copiando cosas de los demás).
el tango es infinito. ahora entiendo por qué ni siquiera los que saben mucho a veces no recuerdan qué orquesta o qué versión es tal o cual o no las reconcen del todo.
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extraño bailar en pareja.
no extraño ir a la milonga, todos los (absurdos) protocolos sociales, el cabeceo, no bailar el primer tango que toca la orquesta, tener que disfrazarme un poco, la parafernalia de los zapatitos de tango, todo eso no lo extraño.
bailar en pareja sí. respirar a la vez. sentir cada paso del otro. la música con el otro. la respiración cercana. el latir del corazón.
bailé uno de los últimos tangos antes de la cuarentena con un chico que podía ser mi hijo. no fue el último. el último todavía no lo bailé.
es muy tarde para estar despierto y es tan estéril la vigilia. dos relojes: uno marca los tiempos fuertes, el otro (el de la cocina) marca unas semicorcheas.
hay luces prendidas que iluminan a nadie.
ya ni la niebla queda.
yo misma escribí esto hace casi un año:
hubo un tiempo en el que cada uno esperaba las cartas del otro [o los emails, pongamos por caso]. cada uno ansiaba recibir esas noticias porque en ellas venía incluído un pedazo del otro, y como aún no se conocían bien, cada nuevo mensaje, cada nueva explicación era un indicio más de la existencia física del interlocutor, de su indudablemente bella personalidad, su inteligencia y sensibilidad, y sobre todo, su disponibilidad de escucha (la lectura) e infinita comprensión. porque lo que más anhelamos en esos intercambios, es ser comprendidos. escuchados y por qué no, esperados, deseados y quizás, queridos.
ser es ser percibido.
y ser percibido a través de la escritura, es una de las maneras más exquisitas, más sutiles y sobre todo, más engañosas de serlo. las palabras crean realidades en las que creemos con una fe ciega.
la palabra escrita es el photoshop del alma.
después está lo otro. y como diría el general..
en fin.
las noticias son siempre las mismas: cuántos contagiados, cuántos fallecidos, porcentaje de ocupación de unidades de terapia intensiva, incidencia, casos por provincia y así. personas desesperadas por el encierro, personas felices por estar encerradas.
y a qué no sabés quién se enfermó y cosas así.
otro dibujo y otro, también siempre los mismos, en la página derecha del cuaderno, lápiz negro, algunas líneas con color, una persona alternando con las palabras incomprensibles escritas en birome. aunque le falta vida: no es lo mismo llevar un diario en cuarentena, sin otra cosa que mi vida interior para referir que contar los hechos de los viajes que ahora se encuentran hasta quién sabe cuándo interrumpidos.
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me sorprendo contestando mal [eso fue el jueves]
me miento a mí misma diciendo que me sorprendo contestando mal porque tenía plena conciencia de que iba a responder de esa manera. ¿cómo hacer para no multiplicarme en las reacciones?
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necesito con urgencia volver a la literatura: pero a qué literatura. es la única manera de viajar en esta instancia.
y al movimiento: pero a qué movimiento. limpiar la casa no es suficiente. bailar no es suficiente. garchar no es suficiente. el cuerpo pide a gritos la elocuencia del desplazamiento sin límites. subir una escalera. correr para alcanzar el colectivo [cruzar la nueve de julio por la línea peatonal antes de que corte el semáforo], caminar en línea recta desde el centro hasta la puerta de mi casa, dar vueltas al parque centenario.
una mujer oriental limpia una habitación repleta de muebles y basura. el típico espacio sin espacio de un acumulador. retira todo lo que sobra, barre el piso, acomoda cajas y ropa que está desparramada. lo hace con eficacia. se mueve rápidamente. deja todo limpio y ordenado. tiende la cama y la llena de almohadones de colores, cuelga en las paredes unos adornos de dudoso gusto (flores colgantes, moños, esa clase de objetos ordinarios). vuelve a repetir el proceso numerosas veces. los fragmentos filamados terminan siempre con la mujer arrojando un puñado de pétalos de rosas sobre el cubrecamas y en el suelo. horrible todo.
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g. me llama y hablamos sobre los recursos fiscales en brasil y su alocación fondos de financiación educativos. tengo que explicarle cómo funciona algunos cálculos. el asunto es bastante aburrido. después de un rato me pide que toque el piano, quiere ver cómo va el tango de carlos garcía, primero no me animo. después sí. pude resolver muchas cosas como los saltos mortales de la mano izquierda, algunos arrastres, la comprensión del ritmo, etc. otras aún quedan por resolver.
además de que ya está de memoria.
cuando escuché el disco de carlos garcía por primera vez, me había parecido una maravilla. también pensé que era algo que estaba completamente fuera de mi alcance.
g. me dijo hace un par de semanas que "no hay nada que no se pueda hacer usando la inteligencia y trabajando un pcoo, simplemente hay abordar la partitura de manera que uno deje de lado ese agobio que siente al mirar y pensar que no va a poder tocar".
y tenía razón.
hoy me escuchó.
me faltan los chocolates.
las personas irrumpen en el living de casa y entonces se da una suerte de lucha por la ocupación de los espacios que antes eran de silencio. es decir: todos hablan al mismo tiempo y no se pueden transitar las horas de la mañana (ni las de la tarde) porque de repente esto está lleno de gente. gente que en realidad no está pero sí. a algunos de la compañía xx ya les conozco las voces y a esas voces (cuyos rostros sólo puedo imaginar) les asigno una personalidad. me doy perfecta cuenta de quién está exagerando y quién está mintiendo. quién es falsamente agradable, quién está harto de la situación y quién habla con ironías.
dibujé otra vez luego de muchísimo tiempo. mientras escuchaba una discusión sobre demanda y oferta de gas en brasil, bolivia y aledaños. dibujé a mis hijos que jugaban de espaldas a mí.
todo este ir y venir me agota. en las reuniones por momentos no sé cuándo hablar y cuándo no. en realidad creo que no debería hablar nunca. se pierde demasiada energía vital en calcular este tipo de precisiones de la interlocución que además no sirven para nada porque al final, todo pasa. hoy todas las personas estamos a la misma distancia: la imposibilidad de la presencia física igualó las diferencias. no importa si tan lejos o tan cerca: de todas maneras no nos será dado vernos, ni tocarnos, ni abrazarnos. no importa si vivís en buenos aires, en dublín o en londres.
y me volví a la cama y me quedé dormida y la mañana está llena de luces. llegó el informe del perito, una nueva invitación, hay que mirar la agenda. no quería tantos compropmisos pero.
hasta nuevo aviso. no podés decirme menos de 24 horas antes que te falta información. o sí. podés decirme lo que quieras. yo puedo hacer lo que quiera. (mirá que xx estaba muy interesado en asistir). reprogramé. lamento muchísimo: son más de 5 agendas de directores y socios y ceos y todos tipos de ese nivel y sus secretarias y no voy a ocuparme de lidiar con los caprichos de cada uno.