martes, junio 07, 2011

un día sí, mil días no

los brazos me duelen de haber cargado niñas llorantes el fin de semana --en la oscuridad su mamá no estaba, no estaba su hermanita más pequeña, ni la luz--. un poco la espalda me duele, también, de tanto permanecer sentada frente a la pantalla.

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hace unos días un soldadito de pelo largo y voz tonante renegaba de los agitadores de mayo. el más importante entre sus admiradores era su hermano menor (cómo no amarlos, cómo no ser felices, cómo no tener certeza de que no hay más necesidad que satisfascer que la de estar con ellos). una mamá quería el uniforme del soldado para el presidente de la primera junta: en dos días le tocaba asumir el cargo y defenderlo.

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buscamos una casa nueva donde seguir queriéndonos, donde seguir con nuestro viejo amor.