viernes, marzo 29, 2019

treinta y tres

los cuadros de roberto ferri me resultan abrumadoramente sexuales. me descubro mirándolos con avidez y espanto al mismo tiempo. me inquietan, me asustan pero también me calientan. aún los más espantosos. hay una suerte de propensión morbosa a buscar en los detalles. a querer ser uno de esos cuerpos.

nada de esa excitación sensual encuentro cuando por ejemplo, miro los cuadros de frncis bacon. esos son el horror puro. pero un horror resignado: el ser humano, su cuerpo, es miserable, frágil, despreciable. el cuerpo humano es dolor: un revoltijo de carne con madera.
en cambio en esos cuadros renacentistas caravaggiescos de ferri: el cuerpo humano es belleza, potencia, energía (aún cuando lo muestre destrozado, o deformado) hay un impulso vital, de algo que continúa más allá del dolor. el cuerpo humano es trascendente.

bacon muestra un pedazo de carne con los huesos y una idea de lo humano demolido, acabado.
ferri en cambio: cuidado. algún día podré expresarlo de una manera más convincente.

...

no puedo lograr mirar al padre sin recordar a la hija. el mismo color de la miel en los ojos. durante el almuerzo, por ejemplo, me dediqué a observarle las manos. no me había dado cuenta de la forma de sus manos: palmas anchas, el hueso de los pulgares bien marcado, como los de un pianista. sé que en algún momento (cuándo, el tiempo dirá) voy a convertirme en la amante de uno de los dos.

o quizás de los dos.

treinta y dos

sos muy putito, dije y le mordí las nalgas.

lunes, marzo 25, 2019

treinta y uno

me dijo que iba a volver, la depresión, no sé cómo porque todo está bajo el control infalible de los medicamentos. de cualquier forma era cierto. volvió. o va y viene. en oleadas. mientras tanto las personas se acercan a contar sus situaciones. en realidad no se acercan: de repente están. como la sombra de un árbol proyectada en una pared, una sombra a la que nadie presta atención hasta que alguien, una persona de esas que tienen una sensibilidad apta para percibir las vibraciones más (¿cómo se dice, las de mayor frecuencia?) humanamente imperceptibles, digamos, la ve. 

la ve y de ella hace algo con entidad propia, con vida propia: una obra de arte. la sombra estaba,  nadie la veía. hasta que. 

el arte es una forma de conocer el mundo. es una manera de mirar. 

las personas me cuentan: mi marido hace trece años que es hemipléjico, tuve que hacerme cargo de tres niños pequeños apenas cumplí los 40 porque a él le dio un acv. o mi hijo está deprimido y sin trabajo y no puede cuidar de su hija. o cuando volví de dubai me quedaba en casa encerrada todo el día llorando, los chicos se iban al colegio, d. a trabajar y yo sola, pensando en que la depresión es la antesala del alzheimer. después están las historias de dentro de la familia. y así. 

bailé con una chiquita. ella me invitó. nunca deja de sorprenderme la enorme cantidad de energía que hay en el cuerpo de una mujer por diminuta que sea. energía sin testosterona, de una suavidad arrolladora, envolvente. la piel. el olor. son distintos a los de un hombre. energía femenina. vital. perfumada. cuánta dulzura en el cuerpo de una mujer de mi tamaño y de mis proporciones, delgada, quizás de caderas algo más estrechas. pero contundente y etérea al mismo tiempo. sus pechos son pequeños. la siento contra mí. sonríe cada vez que terminamos. su abrazo es cerrado y cálido. 

sábado, marzo 23, 2019

treinta

soneto
o
sonata?

viernes, marzo 22, 2019

veintinueve

lo peor de ser escritor es la creencia absurda [por parte de las personas que no lo son] de que cualquier historia que les ha ocurrido, cualquier anécdota es susceptible de ser relatada de manera literaria por el mero hecho de ser cierta en tanto que sucedió en la vida real, o puede ser probada materialmente.

nada más alejado de la realidad en la que nos movemos los escritores o los artistas en general en la que para nada importa que algo sea verdadero, lo único que importa es que sea verosímil, que el otro [el espectador, el lector, el observador] acepte el artificio de nuestro arte sin más. que pueda enseguida sentirse preso de esa red de sensaciones que provoca, no sé, un poema de mierda, un soneto pornográfico, un cuadro con una mujer reclinada sobre su silla plegable en una playa solitaria, manchas de colores amorosamente distribuidas en una tela, lo que fuere, preso en un sentido sensual, físico y  mental y que en ese instante la imagen, los colores, las palabras o alternativamente la imagen que se forma en la imaginación a través de las palabras, u otras imágenes que la imagen del cuadro o la fotografía, o los sonidos (¿se puede hablar de verosimilitud en la música?) evocan colme completamente el sentir y el pensar del espectador y lo lleve quizás a sentir y pensar cosas nuevas pero, digo, en definitiva que lo acepte y deje que esa obra lo penetre profundamente con todas las connotaciones que la palabra penetrar conlleva.

en definitiva que no pienso escribir todas las pavadas que estuvo contando esta chiquita ni las anécdotas de la fiesta de la mujer enmascarada.


veintiocho

hay que atreverse al desorden momentáneo para encontrar la paz.

miércoles, marzo 20, 2019

veintiséis

nunca mentiste tanto tanto
y me mentís diciendo no sabés mentir
no recordás qué hiciste el otro día
una mentira más
y otra mentira
y otra más
hasta decir:
ya me aburrí


creo que ella no sabe bien quién soy. aunque piensa exactamente lo contrario, es decir, que me conoce bien. así de contundente es su ignorancia. y cuánto más contundente, más segura está de su sentir, más alejada de la realidad. y así.

lunes, marzo 18, 2019

veinticinco

virgencita
madrecita
por favor
perdóname

soy tan puta
tan gritona
y tan poco
espiritual

que merezco
los infiernos
por siempre
querer
garchar

martes, marzo 12, 2019

veinticuatro

cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo,
vos hacete la chitrula y no te le deschavés
que no manye que estás lista al primer tiro del lazo,
y que por un par de leones bien planchados, te perdés.

cuando vengas para el centro caminá junando al suelo
arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,
como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo
pues, si no, dicen los giles, que te has echado a perder.

si ves unos guantes patito ¡rajales!
a un par de polainas ¡rajales también!
a esos sobretodos con catorce ojales
no le des bolilla, porque te perdés.

a esos bigotitos de catorce líneas
que en vez de bigotes son un espinel,
¡atenti, pebeta! seguí mi consejo,
yo soy zorro viejo y te quiero bien.

abajate la pollera por donde nace el tobillo
dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí,
comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos
y da el olivo al polvo, a la crema y al carmín.

tomá leche con vainillas o chocolate con churros
aunque estés en el momento, propiamente del vermouth,
después comprate un bufoso y cachando al primer burro
por amores contrariados, le hacés perder la salud!

lunes, marzo 11, 2019

veintitrés

ella recuerda que cuando se encontraron por primera vez él sonreía y miraba alternativamente de frente y luego  para abajo y ella creía que la estaba observando. también recuerda que esta manera de mirarla de él le hacía sentir un poco de vergüenza. 

él no recuerda nada.

...

las mujeres suelen retener en su memoria emotiva toda suerte de detalles insignificantes y suelen darle a esos detalles mayor importancia de la que en realidad tienen. esa asignación desmesurada de sentido a las cosas más estúpidas las hace creerse --erróneamente-- con derecho a recibir demostraciones y manifestaciones de afecto igualmente desmesuradas.

también sienten frustración (o se sienten poco queridas) cuando notan el hecho de que los hombres no guardan tan celosamente esos recuerdos que ellas atesoran y lo atribuyen a una falta de cariño o atención por parte de ellos que por lo general no es más que una sensibilidad diferente.

los hombres, sencillamente, recuerdan otras cosas. los hombres conservan una idea general de los momentos de afecto o comunión espiritual o sexual con una mujer. pero no recuerdan los detalles puntuales. los hombres tienen una certeza sin filigranas, más grosera quizás, y mucho más directa. no encuentran demasiado para cuestionar en tanto su deseo también es más simple, pero no menos profundo. muchas veces las mujeres confunden la simpleza del deseo del hombre con falta de profundidad y eso las enoja y sólo encuentran consuelo cuando, cuerpo a cuerpo no hay lugar para las diferencias porque en ese momento no hay dos sensibilidades diferentes (la de él o la de ella), sino una, la de los dos juntos, que es una sensibilidad nueva.

y es por eso que siempre es la primera vez. y cuando ya no hay primera vez, ya no hay nada.

veintidós

...

desde hace días nada hay que quiera decir. la escritora, el editor, la hija de éste, la tensión sexual entre ellas. nada de eso es digno de ser relatado. la obsesión de la escritora por la chica. la chica y sus aspiraciones artísticas. el padre de la chica; los compromisos editoriales, la feria del libro de frankfurt.

...

martes, marzo 05, 2019

veintiuno

no sé nada.