lunes, marzo 11, 2019

veintitrés

ella recuerda que cuando se encontraron por primera vez él sonreía y miraba alternativamente de frente y luego  para abajo y ella creía que la estaba observando. también recuerda que esta manera de mirarla de él le hacía sentir un poco de vergüenza. 

él no recuerda nada.

...

las mujeres suelen retener en su memoria emotiva toda suerte de detalles insignificantes y suelen darle a esos detalles mayor importancia de la que en realidad tienen. esa asignación desmesurada de sentido a las cosas más estúpidas las hace creerse --erróneamente-- con derecho a recibir demostraciones y manifestaciones de afecto igualmente desmesuradas.

también sienten frustración (o se sienten poco queridas) cuando notan el hecho de que los hombres no guardan tan celosamente esos recuerdos que ellas atesoran y lo atribuyen a una falta de cariño o atención por parte de ellos que por lo general no es más que una sensibilidad diferente.

los hombres, sencillamente, recuerdan otras cosas. los hombres conservan una idea general de los momentos de afecto o comunión espiritual o sexual con una mujer. pero no recuerdan los detalles puntuales. los hombres tienen una certeza sin filigranas, más grosera quizás, y mucho más directa. no encuentran demasiado para cuestionar en tanto su deseo también es más simple, pero no menos profundo. muchas veces las mujeres confunden la simpleza del deseo del hombre con falta de profundidad y eso las enoja y sólo encuentran consuelo cuando, cuerpo a cuerpo no hay lugar para las diferencias porque en ese momento no hay dos sensibilidades diferentes (la de él o la de ella), sino una, la de los dos juntos, que es una sensibilidad nueva.

y es por eso que siempre es la primera vez. y cuando ya no hay primera vez, ya no hay nada.

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