viernes, abril 29, 2005

Enter & esperar. Enter & esperar. Cada dos por tres se cuelga la máquina (se cuelga, con una soga o cadena, luego se balancea desde un balcón).

Tampoco: hablar por teléfono, organizar la cena. La cena. Yo quiero estar en casa, en esa domesticidad que me hace ser otra distinta, con los nenes. Mimarse, conversar, despatarrarse en el piso con juguetes. ¿Puedo ver un poco más de tele? No. Y un “no” desde el teléfono tiene menos peso, es casi insustancial y hay que acentuarlo, oscurecerlo: NO

¿Qué estoy haciendo acá a esta hora?

martes, abril 26, 2005

todas las cosas

que caben: la acelga, la lechuga, la ensalada, verde, la torta de limón, la enfermedad, la muerte de iván ilich, las ganas que te tengo, una carta que nunca envié, una carta que nunca escribí, la cerveza con manises, la conversación, el análisis estratégico, el hambre y las ganas de comer, las ganas de comerte, la cama, el calor de un cuerpo dormido, el calor de un cuerpo despierto, toses en la noche, baño de vapor, no dormir, once pisos por la escalera en tiempo récord, subo las escaleras arriba, los pantalones de corderoy nuevos, negros, los pantalones de jean viejos, azules, el médico, el alfiler pinchado-mal-clavado-ahí-que-te-agujerea, el cafecito, preparar la cena, escribir quiero y no puedo, escribir puedo y no quiero, tender is the night, los ángeles de scott fitzgerald, suave/tierna/dulce es la noche, la libreta donde anoto lo que noto, la inseguridad, soyfeanadiemequiere, once upon a time there was a king, los pañales meados, los pañales cagados, dibujitos, ezequiel, lucas, lucas, ezequiel, hola como andás, bien, bien, bien, bien, so much to do today, kill memories, kill pain, levantarse a las siete y media, reunión de padres llego tarde a todas partes, no pude dormir (eso fue anoche), el pelo con olor a pucho, la ropa con olor a pucho, turn heart into stone, and yet prepare to live again, el teléfono (y habla ella con el tipo y se forma el silencio a su alrededor: todos disimulamos, miramos para otro lado), los cuatro dientes de ezequiel, blancos, la verdad, el dilema moral, la moralina, gris, bañar a los chicos antes de salir, qué suerte que le aprobaron la visa, la ñoñita malcriada y elegantísima, yo no voy a dejar mi vida por un puesto, la mancha de humedad, la humedad que me mancha, transparente, ¿qué es ser un escritor?, todo lo que siempre soñó y nunca se atrevió a exigir, átame, mandar el mail a la oficina de sistemas para que arreglen los archivos, un sándwich carhorribleasqueroso, un alfajor de dulce de leche, urge ir a la peluquería, la bombachita esa divina con tiritas al costado que tanto te calienta, negra, vas a estar en tu casa (lamentablemente sí, venite), a qué hora volviste anoche, usted lo que no quiere es acordarse de lo bien que está en este momento de su, usted lo que va a conseguir es boicotearse los éxitos logrados, las pestañas largas, negras, mis manos frías, el pullover rosa, ¿quién se tiró un pedo?, ya mismo, ya mismo, ya mismo juntás todos los juguetes que están desparramados, claro, el que tiene guita hace lo que quiere, no soy indescifrable, los celos, la inseguridad: soyfeanadiemequiere, hay que tener uno de cada color, lavar la espinaca, verde, y sus metáforas, vas a ir/fuiste/tenés pensado a la feria del libro del autor al lector, no mamá no te preocupes, no me interesa, te quiero, me permitiría su carnet de la obra social, dorado, sí cómo no. Tu est d’accord? Sí. Cómo. No. Dame.

viernes, abril 22, 2005

Armory Blane, dice: I know myself, but that’s all. Y es que no hay otra cosa que nosotros mismos.

Tras la cortina luminosa del dinero, el boato, las banalidades, los héroes de Fitzgerald se preocupan por ser “un buen hombre”.

A todos les va más o menos mal, todos son encantadores. O debería decir: todos son encantadores y sin embargo, les va mal. Dick Diver, Amory Blaine, Gatsby, incluso Nick Carraway… a pesar de sus habilidades sociales, de su dinero, de su inteligencia, de su charm, todos están increíblemente solos.

Yo quiero ser una chica Fitzgerald: millonaria, despreocupada e inoperante.

A ver:

Las mujeres en Fitzgerald son aparentemente superficiales y bellas. Bellas de belleza absoluta –si es que tal cosa existe--.

jueves, abril 21, 2005

Se me termina el libro, se me termina. Y tengo sed de coca light, tengo. Lo que no tengo es ganas de bajar a comprar una.

EStoy por llegar al final de Tender is the night y me da esa lastimita que le da a uno cuando tuvo de compañeros a los personajes de una novela durante el tiempo que le llevó leerla. Sí, aun cuando haya decenas y docenas de personajes que entran y salen como en un vagón de subte: hay de los que se permanecen ahí todo el trayecto, hay los que tres o cuatro estaciones.

Increíble la escena en un café de Niza, creo, donde un tipo le dice a otro --el adorable, el maravilloso y encantador Dick Diver-- que su mujer ya no lo ama, y su mujer está ahí, elegíaca y distante, aristocrática, confirmando en silencio las palabras de su amante con un levísimo descenso del mentón. Como escenografía pasa el Tour de France por la calle frente al café y el marido se levanta de la mesa y se va a continuar con lo que estaba haciendo antes de recibir la noticia: cortándose el pelo y afeitándose en una barbería. Y todo sucede con una naturalidad que uno no puede más que pensar ¿y por qué no?. También se suceden numerosos altercados con la policía, fiestas en hoteles de lujo, coimas; se describe la decadencia de una clase; está el dinero que fluye (no quiero decir como agua del manantial por ser lugar común, aunque bastante gráfico), y al final resulta que todos eran una manga de infelices y que “el dinero no hace la felicidad”, pero ¡qué glamour le otorga al sufrimiento!

miércoles, abril 20, 2005

l'enfant de sable

quería escribir algo con arena.

arena

pero no.

martes, abril 19, 2005

in-tento

Todo lo intento. No hablar, no pensar, no escribir. Leer. Hablar, pensar, escribir. Leer.

(Suena el teléfono. Es mamá. Que la fumata bianca, que los niños, que la quimioterapia, que el cansancio. Presiento en su voz las ganas esas que no va a manifestarme, ganas de verme, de que lleve a los nietos)

En estos días hay por ahí (o por aquí) la inminencia de algo peligroso. O no tanto y debería poder encontrarle una explicación. Esa que ya sabemos.

Ayer todo fue salir temprano, abordar el subte entre otros subte-pasajeros, volver regurgitada hacia la calle, comprar el cadáver de un pollo desplumado, cocinarlo, reunir las huestes alrededor de la redonda mesa, darles de comer y comer yo y comerme. Más tarde sueño sueños y revisar unas revistas viejas.

Entonces, ahora, es decir hoy (y ayer también) me agarra el miedo, así, como una lengua que se busca en otra. Por qué no sé me dice el qué. Estúpidamente se aguarda una revelación, o, por qué no, una rebelación, se escucha al tiempo, los relojes, el engranaje interno que no duerme nunca, la flor en hambre de otra flor. Un eco, reberveraciones. Y. Eso. Me. Da. Miedo.

En un rato me reuniré con alguien a quien intuyo especial. Veremos, siempre una persona nueva es algo nuevo con sus cosas viejas y sus viejos sedimentos, sus ideas, su vivida vida que se vuelve evidente en el momento del encuentro con la nuestra, ahí donde todo es una expectación continua, un hambre de descubrimiento.

lunes, abril 18, 2005

No puedo recordar el viaje de hoy

They were still in the happier stage of love. They were full of brave illusions about each other, tremendous illusions, so that the communion of self with self seemed to be on a plane where no other human relations mattered. They both seemed to have arrived there with an extraordinary innocence, as though a series of pure accidents had driven them together, so many accidents that at last they were forced to conclude that they were for each other. They had arrived with clean hands, or so it seemed, after no traffic with the merely curious and clandestine.

When people have so much for outsiders, didn’t it indicate a lack of inner intensity?

Often a man can play the helpless child in front of a woman, but he can almost never bring it off when he feels most like a helpless child.

F. Scott Fitzgerald ~ Tender is the night



El libro, a pesar de algunas aparentes arbitrariedades, me gusta tanto que voy a terminar subrayándolo todo. Y tengo ganas de releer los otros y escribir algo al respecto.

Alguna vez voy a llegar a la conclusión de que hay que hacerse cargo no tanto de lo que se escribe sino, más elemental aún, hay que hacerse cargo de que se escribe, del hecho en sí, y dejar de una vez por todas la cantinela: ah, pero yo en realidad hacía otra cosa. La justificación por si las dudas todo resulta ser una porquería (donde dice todo: lo que uno hace, lo que uno escribe, en fin, sí mismo).

La cena, bien. La conversación, semi-ausente, un poco acá y allá, indagar e indagar. Quiero desentrañar. Te. Té. Así es como todo se mezcla.

La película: ah, me gustó tanto... el diálogo en la cama, ese momento en que hubiera sido estúpido que sucediera algo, como si lo único para lo que es posible que se cree un espacio compartido por un hombre y una mujer fuera ese algo. De haber acontecido, la película habría quedado completamente arruinada –lo peor es que en algún punto es inevitable preguntarse, yo confieso, tal vez por hábito o por la flagrante ausencia de toda sutileza: ¿y?–.

Conversar, hablar, intercambiar palabras tras las que se esconde la soledad desesperada ¿desesperada? (tachar: aceptada), compartir, todos queremos compartirnos, sentir el entusiasmo del encuentro, el enamoramiento súbito e intenso de la persona nueva, que a veces (la mayoría) dura poco, y otras veces queda. Queda. Queda. Como un lugar seguro y tibio al que podemos retornar. Siempre.

Deseamos ese siempre, aunque no exista, necesitamos inventar la idea.

Shhhhhh.

miércoles, abril 13, 2005

deber y no querer

Y es que yo no puedo leer frases como “se procedió a recolectar, consolidar y analizar información sobre las concesiones a fin de redactar un informe de Cumplimiento de Contratos de las empresas de transporte y distribución de electricidad” y quedarme tranquila y seguir leyendo atentamente --es el adverbio que se me exige, porque luego debo hacer RESUMEN de la COSA, horror, horror, hay allí la más absoluta carencia de belleza, de pasión, de, de, de todo, el informe es el paradigma de lo que no me importa-- entonces me distraigo sin remedio y luego me digo ¡basta! (dejate de pensar en porongas, sugeriría ese analista al que visité una vez), me arremango y me pongo a escribir a las apuradas como uno de esos polvos que se hacen a escondidas, a una velocidad que de tan pero tan alta parecería ser la antítesis de lo intenso pero no: existen también los polvos rápidos e intensos. Pero era de otra cosa de lo que quería hablar.

Adriana y yo hablábamos de hijos de embarazos de embocarla o no, mirá que son tres o cuatro días por mes y si justo viajaste, saliste, te dormiste, te ausentaste o te acabó en la boca: perdiste. Así que a no ponerse ansiosa, querida. Entonces me pregunta que si me quedaron cosas, estrías, celulitis, esas espantosas secuelas que atestiguan, irrefutables, el grado de utilización biológica del cuerpo femenino. Sí, le digo, el cuerpo no es lo que era. Por lo pronto tengo una ancha cicatriz ahí, torpemente camuflada entre mi bello púbico ¡cómo estoy!, de más de diez centímetros de ancho, una marca, una salida de emergencia bien cerrada ahora; de usar noventa pasé a ochenta y cinco y más o menos; estrías no; celulitis tampoco, pero qué caderas, darling!.

Esto es un asco. Mejor volver a la Unidad de Renegociación y Análisis de Contratos de Servicios Públicos.

martes, abril 12, 2005

empty is the womb

a) Hoy soy una chorrera de células muertas y pedazos de endometrio descosido. Esta es la magia de la literatura: poder decir “estoy indispuesta” sin decirlo.

b) Anoche olvidé el libro de O’connor en la oficina –o más precisamente, me di cuenta de que lo había dejado—y entonces, en un acto de suprema desesperación post-escritural volví a la biblioteca como tantas veces antes, me paré frente al desorden eterno de mis libros, de los que conozco y los que no. Me esperaba “Tender is the night” y con semejante título no pude resistirlo, aun cuando el escepticismo general atinente a la lectura no me había abandonado del todo: desde hace un tiempo me cuesta mucho sumergirme en la tinaja de una novela.

c) Tal vez vaya siendo hora de que Jacinto pase a mejor vida.

d) Qué lástima porque tenía ganas de verte. Muchas. Pero así sí y así no son las cosas y me las guardaré para más adelante como vos te has guardado las tuyas.

f) ...

viernes, abril 08, 2005

y como hablar es gratis...

Estoy un poco harta de tanto ******* hablando mal del papa, no porque el sumo pontífice no merezca el odio de muchos o el amor de unos pocos –cada cual sabe dónde le aprieta, o le apretaba, el zapato-- sino porque tanto comentario exacerbado denota quizá que no hay otros temas más importantes de los que se pueda hablar y si los hay a nadie le interesan, y si interesan lo disimulan bien o queda lindo decir yo festejé con pitos y matracas cuando espichó el muñeco. Después de todo es un tipo que se está muriendo como se está muriendo la tía de Gustavo de un cáncer fulminante que se construyó en el hígado, como se está muriendo mamá un poco más lentamente porque se ve que todavía tiene ganas de quedarse, como nos moriremos todos, yo también –me pregunto si de cáncer, después de tantos años de analista espero que no de cáncer, de otra cosa por favor--. No creo en Dios, no creo en la Iglesia. Sí creo que la religión, a algunos, los ayuda, así como a otros les jode la vida. Cada uno debería poder elegir cómo carajo compatibilizar la certeza de que tenemos una existencia estúpidamente finita con el ajetreo inevitable de la vida diaria, digamos, buscarle un sentido a la cosa aunque más no sea eso de ¡a cojer que se acaba el mundo! (a escribir que se acaba el mundo también es válida, ¿no?)


Eso y el asuntito del concurso literario del que una no participa ni siquiera como lectora porque la verdad es que en tanto que lectora a una le chupa un huevo si tal o cual ganó o perdió tal o cual olimpíada porque nunca jamás una elige un libro para leer haciendo uso de algún tipo de criterio concurseril. De lo que me doy cuenta es de qué tan afuera estoy de todo eso, qué tan pero tan lejos y me pregunto si escribir verdaderamente tiene alguna relación con todas esas estúpidas rencillas de conventillo, si es que (como veo que hacen muchos que están tanto o más afuera que yo de lo que me parece que es hacer literatura) hay QUE tomar partido o si se puede permanecer al margen haciendo uso de la elegancia que una ha sabido utilizar en ciertas ocasiones – mal o bien llamada por otros cobardía--, o si, al fin de cuentas la realidad es que no tengo ni puta idea de qué se trata la cosa. No sé si puta o no la idea pero que me gustaría jugar un rato a las putas, me gustaría. Hmmm ¿serán las hormonas o será este laburo del orto que tengo que terminar y no se me da la gana? No soy buena para las discusiones, cada vez que digo algo me llenan la cara de dedos.

Hay que escuchar la propia voz, elegir lo que se quiere leer, elegir lo que se quiere escribir. No correr, no tiene sentido. Estoy cansada y sin dormir. No hay libro que me aguante más de quince minutos, en la misma semana salté de King Lear a Fernando Vallejo, de Flannery O’Connor al Romancero viejo, de Historia del Siglo XX de 1914 a 1968 a Borges y qué sé yo cuántas otras cosas más.

Y ahora este recreo dentro del recreo constante que me tomo para hacer de cuenta que me tomo un recreo dentro del recreo.

martes, abril 05, 2005

vamos al parque

a dejar maíz a las palomas, maíz que compramos por un par de monedas, puedo darles todo mamá?

lucas camina apurado por el sendero de ladrillos rojos y me explica: yo no voy por ahí porque está prohibido pisar el huésped.

después agrega, por si no entendí, que el huésped es el pasto y que todo eso está escrito en los cartelitos que están ahí (y señala el ahí).

ezequiel, mientras tanto, mira el cielo como si lo descubriese por primera vez.

esto, ir al parque con ellos, es la felicidad.

lunes, abril 04, 2005

la señora no puede conciliar

Muero, me muero de sueño, de no haber dormido ni ayer ni antes de ayer, de mi cansancio.
Coger o no cojer (con jota, sí, detesto que el procesador de textos lo corrija). Cojer, dejar que fluya, brote lo instintivo, deshacerse de todas las miradas, las piedras opresoras ¡nunca! nunca. Más o menos.

Entonces: en casa los chicos no están bien, los chicos lloran, llora mi bebé, el otro contesta, mal, contesta y cuando está a punto de hablar se lo interrumpe. Se le corta la palabra, que le cuesta tanto, que nos escatima. Después viene la culpa de pensar en qué se hace y qué se hace bien y qué se hace mal.

Y noche a noche en sobresaltos alternados me desduermo: uno que se moja, pis, papá, que me hago pis, el otro que llora, un poquito nada más, lo suficiente para despertar al sueño.