la señora no puede conciliar
Muero, me muero de sueño, de no haber dormido ni ayer ni antes de ayer, de mi cansancio.
Coger o no cojer (con jota, sí, detesto que el procesador de textos lo corrija). Cojer, dejar que fluya, brote lo instintivo, deshacerse de todas las miradas, las piedras opresoras ¡nunca! nunca. Más o menos.
Entonces: en casa los chicos no están bien, los chicos lloran, llora mi bebé, el otro contesta, mal, contesta y cuando está a punto de hablar se lo interrumpe. Se le corta la palabra, que le cuesta tanto, que nos escatima. Después viene la culpa de pensar en qué se hace y qué se hace bien y qué se hace mal.
Y noche a noche en sobresaltos alternados me desduermo: uno que se moja, pis, papá, que me hago pis, el otro que llora, un poquito nada más, lo suficiente para despertar al sueño.
3 Comments:
la felicidad dura dura lo que dura dura.
(primero de duración y después de dureza ¿se entendía?)
Ja, ja. Sí, se entendió.
:)
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