no me duermo

time goes by

hace cuatro años (esto es real) fui al teatro a ver a una pianista japonesa. hace cuatro años el 17 de septiembre caía sábado. qué lejos quedó. 

hoy es viernes y programo la agenda de los martes para ir a escuchar a una pianista argentina que acompaña cantantes de tango en un galpón polvoriento. la semana pasada me escapé en bicicleta en horario laboral. 

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comí una naranja en la oficina desocupada mientras escribía mails a diestra y siniestra pidiendo cosas que no son importantes. al mismo tiempo (porque se pueden hacer varias cosas simultáneamente) escuchaba el piano. miento: cuando una música me llama la atención tengo que abandonar lo que estoy haciendo. es decir: me distraigo. como siempre en la vida. al final resulta que viví muchos años distraída. 

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me voy

 vuelve el tango ¿vuelvo al tango? ¿con quién bailé el último? ¿cuándo? 

a veces sueño con París: me pierdo en las interminables galerías de un museo que parece más un museo de Londres. después la calle y los carruajes. y ese idioma absurdo. al final sucede que en realidad no estaba ahí (bueno, todos los sueños son iguales).

pero la mayoría de mis sueños son de casas nuevas en las que deseo vivir y personas viejas con quienes me reencuentro y conversamos como si hubiéramos dejado de hablar hace quince minutos. la noticia es que ahora yo toco el piano. no hay posibilidades de construir otros vínculos que no estén asociados a la música.

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hoy por ejemplo tengo que ir a ese lugar que es un galpón gigante y tiene dos pianos. unos amigos organizaban una milonga ahí. hace unos años estuve ahí por primera vez y recuerdo que yo le contaba por teléfono a alguien el inusual hecho de que hubiera dos pianos: uno vertical y otro de cola. 

 y ahora en unos días la segunda dosis