jueves, enero 28, 2016

richard francis burton
mark catesby
madame de stael
esteban echeverría
emmanuel carrere
michael sparkes
giorgio morandi
ammi phillips
juan cruz varela


de nuevo me encuentro en ese limbo de incomunicación con mis alrededores más inmediatos, estoy en la oficina conectada a un trío de rachmaninov para piano, violín y violoncello, alguien se acerca a hablarme y agradezco que suene el teléfono para no tener que continuar con la conversación que seguramente va versar sobre las posibilidades de supervivencia de los empleados de la empresa en esta coyuntura.

yo soy un empleado de la empresa en este coyuntura y descubro por primera vez en casi veinte años que, a pesar de haberme empeñado en afirmar lo contrario, sí me importa perder mi trabajo. no sé bien por qué. tal vez por mero atavismo y por ser la única actividad a la que he dado muchas de mis energías de manera más o menos continua desde 1996. de alguna forma, esto que no me interesaba o que me aburría, este lugar del que tantas veces me escapé por la tarde en pleno "horario de oficina" para comprar literatura en las librerías de usados de la avenida de mayo, este escritorio (o estos muchos escritorios, porque en tanto tiempo han ido cambiando) desde el cual he escrito poemas, cartas de amor, diarios, cuentos, este espacio lleno de ventanas en el que he leído libros, recorrido museos y países, me he enamorado y enojado; todo este conjunto de experiencia al que llamamos "el trabajo", mi trabajo, mi laburo, termina definiendo quién he sido. tengo una amiga que viaja por el mundo en aviones privados, que ocupa un puesto importantísimo en una de las empresas de alimentos más grandes del mundo, que dice que ella nunca se olvida de dónde proviene, como si ella no fuera eso que hace, su trabajo: viajar, ir a reuniones, llorar porque deja a los niños, responder los mails desde la playa, atender a cualquier hora el celular porque para eso nos pagan muy bien.

ante la inminencia de una finalización del plazo siempre surge la pregunta, y si hubiera dedicado más de mis horas a tal o cuál otra cosa. ese contrafáctico añorado es sólo una hipótesis vacía. no hay nada más cierto que lo que sucedio. lo demás, es especulación.

(acá un compañero se pone desodorante y se va)

durante cuánto tiempo más?


lunes, enero 25, 2016

señor don juan lavalle

resulta que al final el tipo era un pelotudo. pero no se lo dije, porque, para qué.

es muy lindo pero dejémoslo ahí, no quiero complicaciones, hay detalles que me delatan, sería una castástrofe para mí si alguien lo leyera. creí que había quedado claro que íbamos a mantener esto (ESTO?) en la más estricta confidencialidad.

su breve y (nuevamente) imperativo discurso sonaba muy parecido, o por lo menos a mí me hizo recordar, al pedido de juan cruz varela cuando le escribe a lavalle "cartas como esta se rompen". 

afortunadamente lavalle no rompió la carta, acaso porque no estaba convencido de que detrás del fusilamiento de dorrego hubiera una razón histórica lo suficientemente poderosa para justificar su pérdida y salvar su honor, el de juan galo de lavalle. y para saber quiénes eran los hermanos varela.

y todo esto por el tal varela que escribía poemas como este:

Eres un cohete, mujer!
Le dijo a Pepa Fray Diego
Si? Dijo esta.. Señor lego,
Si soy cohete, cómo ayer
A pesar de vuestro fuego
No me pudiste encender?











martes, enero 12, 2016

i feel sad

Devouring Time, blunt thou the lion's paws,
And make the earth devour her own sweet brood;
Pluck the keen teeth from the fierce tiger's jaws,
And burn the long-liv'd Phoenix in her blood;
Make glad and sorry seasons as thou fleets,
And do whate'er thou wilt, swift-footed Time,
To the wide world and all her fading sweets;
But I forbid thee one more heinous crime:
O, carve not with the hours my love's fair brow,
Nor draw no lines there with thine antique pen!
Him in thy course untainted do allow
For beauty's pattern to succeeding men.
Yet do thy worst, old Time! Despite thy wrong
My love shall in my verse ever live young.

jueves, enero 07, 2016

le malentendu

qué se hace cuando lo que queda por decir es mucho más que lo dicho?

imaginé con entusiasmo infantil, codiciosa, sedienta de escuchar, una conversación larguísima (porque somos eso, las conversaciones que mantenemos con los otros), una conversación, como una vez me dijo alguien, de esas que se abren en abanico. pero --tant pis!-- se termina (abrupta, inesperadamente) en los prolegómenos.

entonces queda esa sensación de la energía desbordada --más la sospecha de que toda esa libido fue desperdiciada--.

aunque estrictamente no es así: porque esos prolegómenos fueron (aunque efímeros) transformadores. no de una manera profunda --soy lo que soy, esa esencia no cambia-- pero sí revolucionaria de mi superficie física y emocional. tenía ganas de. estaba dispuesta a. luego de tiempo transcurrido en el que pensé que ya no me interesaba/no podía volver a sentir eso. eso que se siente en el encuentro de dos personas --desconocidas-- que saben que el otro es universo rico en sensaciones, en "afecto", en experiencias. qué crueldad. pienso. admitirlo debo, un poco me enoja.

el vestido que llevo puesto da cuenta de ello.

...

no sé qué hacer con el libro de pablo maurette, si continuar leyendo o tomar moby dick o cualquier otra novela que me distraiga de mi distracción anterior.

mientras tanto, cuando todo eso pasa adentro (no lo del libro, sino lo del encuentro fallido) hay que mantener afuera las relaciones cotidianas, el trabajo, la reunión, responder el mail, profundizar un análisis, la clase de yoga, la cena, barrer el piso, correr el colectivo como si fueran los cien metros llanos, sentir el corazón batirse cuando subo las eternas escaleras de mi casa sin luz, etc.

me preguntan: vos estás esperando algo? y digo sí: por supuesto. me muero de ganas (con todo lo que implica para mi condición). y lo digo convencida. con cierto descaro. hasta con alegría.

la verdad no sé si soy pelotuda o qué.

qué.

me pregunto por qué en el conservatorio no estudiamos prácticamente nada sobre pierre boulez.