jueves, enero 07, 2016

le malentendu

qué se hace cuando lo que queda por decir es mucho más que lo dicho?

imaginé con entusiasmo infantil, codiciosa, sedienta de escuchar, una conversación larguísima (porque somos eso, las conversaciones que mantenemos con los otros), una conversación, como una vez me dijo alguien, de esas que se abren en abanico. pero --tant pis!-- se termina (abrupta, inesperadamente) en los prolegómenos.

entonces queda esa sensación de la energía desbordada --más la sospecha de que toda esa libido fue desperdiciada--.

aunque estrictamente no es así: porque esos prolegómenos fueron (aunque efímeros) transformadores. no de una manera profunda --soy lo que soy, esa esencia no cambia-- pero sí revolucionaria de mi superficie física y emocional. tenía ganas de. estaba dispuesta a. luego de tiempo transcurrido en el que pensé que ya no me interesaba/no podía volver a sentir eso. eso que se siente en el encuentro de dos personas --desconocidas-- que saben que el otro es universo rico en sensaciones, en "afecto", en experiencias. qué crueldad. pienso. admitirlo debo, un poco me enoja.

el vestido que llevo puesto da cuenta de ello.

...

no sé qué hacer con el libro de pablo maurette, si continuar leyendo o tomar moby dick o cualquier otra novela que me distraiga de mi distracción anterior.

mientras tanto, cuando todo eso pasa adentro (no lo del libro, sino lo del encuentro fallido) hay que mantener afuera las relaciones cotidianas, el trabajo, la reunión, responder el mail, profundizar un análisis, la clase de yoga, la cena, barrer el piso, correr el colectivo como si fueran los cien metros llanos, sentir el corazón batirse cuando subo las eternas escaleras de mi casa sin luz, etc.

me preguntan: vos estás esperando algo? y digo sí: por supuesto. me muero de ganas (con todo lo que implica para mi condición). y lo digo convencida. con cierto descaro. hasta con alegría.

la verdad no sé si soy pelotuda o qué.

qué.

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