martes, agosto 04, 2020

intrigas palaciegas

todo este ir y venir me agota. en las reuniones por momentos no sé cuándo hablar y cuándo no. en realidad creo que no debería hablar nunca. se pierde demasiada energía vital en calcular este tipo de precisiones de la interlocución que además no sirven para nada porque al final, todo pasa. hoy todas las personas estamos a la misma distancia: la imposibilidad de la presencia física igualó las diferencias. no importa si tan lejos o tan cerca: de todas maneras no nos será dado vernos, ni tocarnos, ni abrazarnos. no importa si vivís en buenos aires, en dublín o en londres. 

para algunas personas, ese no poder mirar la cara de sus oponentes conversacionales es un verdadero drama porque pierden mucho de la comunicación no verbal. y por ende, mucho de su capacidad de manipulación. para los que somos más directos, lo que nos falta es el afecto físico. 

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yo necesito, por momentos, salir. y volver a la literatura.

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