miércoles, agosto 12, 2020

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pastillita cada noche y con eso vas a andar bárbaro. 

por las mañanas, cuando salgo de mi habitación para arrancar el día, quizás nadie lo sabe pero al abrir la puerta ya está la cama tendida con los almohadones sacudidos, el baño limpio (y el olor a esos productos de limpieza que dejan todo como un shopping y a veces como un hospital), la ropa doblada, los zapatos guartdados, cuando comienza el día que parece que es recién ya sucedieron mil operaciones cotidianas, como por ejemplo cortar las etiquetas de la ropa (esa es una obsesión más o menos reciente, es decir, de hace un par de años), o haberme bañado y encremado el cuerpo, ahora que hay más tiempo para vivir se pueden hacer las cosas con un poco más de amor. 

ayer no toqué el piano. cuando me di cuenta eran las 12 de la noche: ya era hoy. de modo que puse la sordina y me dediqué a leer la última parte del arreglo de c.g. de color de rosa que es más parecido a un preludio de chopin que a un tango (es decir: es bien un tango) y a medir bien los tiempos porque con esa excusa del romanticismo medio que venía haciendo cualquier cosa con el tempo. pasamos unos 20 minutos en esa modalidad el tango y yo y después me fui a dormir. 

respecto de irme a dormir hay una situación similar a la de las mañanas: antes de volver a mi habitación, termino de ordenar la cocina, guardar los platos y los cubiertos que quedaron en el secaplatos, barrer el piso, destender la ropa del lavadero y otras etceteras. 

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