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siesta y sexo. sólo por hoy.
guitarras portuguesas, recuerdos de sintra (el convento en las sombras, las paredes cargadas de musgo). lisboa. los libros. la gente que habla en voz baja. casi susurrando, como si temieran provocar un derrumbe. el infierno es los pasillos de alfama.
después de muchos años ¿cuántos? conversamos. qué jóvenes éramos vos con tu literatura y yo con mi maternidad en ciernes, no sabía de qué iba la vida y creía que necesitaba lo que sigo necesitando hoy. las personas buscamos con denuedo la escucha de los otros. para qué. si sabemos que lo que tenenemos que decir no es importante. pero si hay alguien que recibe no estamos tan solos. entonces me contás lo que sentís respecto de no poder, precisamente, hablar de lo que te pasa. no podías antes. ahora parece que sí. aclarás que en realidad ya no te preocupa tal o cual cosa y ponés cara de "ya fue". yo también refiero mis historias recientes y es reconfortante en elgún punto tener esta oportunidad de contar todo aquello de lo que no puedo hablar en otra parte.
tapado por una montaña de tela aterciopelada. es un piano bajito. le pregunto a la chica del lugar si está en uso y si está afinado. en 438, me explica, es lo máximo que se pudo hacer.
Etiquetas: piano
acá voy a escribir sobre mi matrimonio. sobre cómo es de bueno y cómo es de necesario y cómo nunca representó una limitación para mi vida sino que la multiplicó más allá de lo que jamás creí fuera posible. sobre cómo fue (y es) un espacio de absoluta libertad y amor.
en una de las versiones de gricel de mariano mores, una de las que hace con la orquesta sinfónica (no con una orquesta típica), el buen señor le mete parte del estribillo de por una cabeza.
Etiquetas: tango
luego de la inmersión en la novela de antunes quiero leer otra novela de antunes.
caminamos veinte cuadras o un poco más mientras conversábamos como si nos hubiésemos encontrado a la salida del colegio. n me dice que cuando se mira en el espejo comprueba que su busto queda muy "abajo" (es decir, tiene las tetas caídas, y es mucho volumen). hablamos un poco de eso (yo vengo con menos, no hay nada para que se caiga) y de que el pelo no hay que teñírselo y que mejor conservarse al natural. al final es lo mismo: no te quiere nadie o te quiere el que te quiere y punto.
Etiquetas: trabajo
los chicos no se aburrieron con la tragedia isabelina. pensé que iban a quedarse dormidos en mitad de la función, que sobrevendrían las quejas y los intentos de fuga, pero no resultó así. no sólo siguieron la obra con bastante interés sino que pregunaron y luego eligieron momentos favoritos. creo que tengo que llevar a e. al teatro con mayor frecuencia. es posible que haya algo importante ahí (aunque creo que él todavía no se haya dado cuenta).
Etiquetas: hamlet, shakespeare
el mueble impecable, el clavijero sin desajustes, faltaba un martillo del último si bemol de la derecha y algunos paños estaban algo desgastados. no tenía sordina. la afinación estaba bien. el teclado no resistió el paso del tiempo y debió ser restaurado.
Etiquetas: piano
lobo antunes y un italiano sobre la ruta de la seda. no. no es marcopolo. queda pendiente escribir las ideas sobre el stream of conciousness de woolf y lobo y por qué hay algo de la música de bach que me recuerda a esa manera de hablar continua. además, la mesita de luz, siempre atiborrada: una torre de libros que esperan que algún día los lea y ese día que no llega nunca. van acumulándose unos sobre otros, en desorden, como las estupideces que dicen algunos hombres durante la danza de la conquista.
Etiquetas: soneto
Etiquetas: soneto
manchas que están mal en la piel: en menos de un minuto toda la angustia del universo, la palabra carcinoma, dónde se escondieron los pelotudos, en brasil, en una chacra, en el atardecer, por las mañana tres ciclos del lavarropas, me aburro de tender y destender toallones y bombachas, un mantel nuevo rojo en la mesa redonda, la reducción para piano de l'elisir d'amore: la ofrezco a alguien que no la quiere realmente.
tuve mi san valentín
en unas horas
hoy fuimos a la playa por última vez en estos días y me doy cuenta de que en realidad no quiero regresar a buenos aires y dejarte acá sin nuestra compañía, otra vez al trabajo, a las calles grises del centro, pedir el café mitad y mitad en el London, siempre igual
cuando estamos de vacaciones el tiempo adquiere otra extensión, se vuelve elástico y se mide en términos de comer, cojer, correr, nadar y no hacer nada en los espacios que hay entre esas manifestaciones de energía.
correr al borde del mar se hace sólo: los pies vuelan sin pensarlo, el viento los lleva.