una de las nenas se despertó.
vino a mi cama.
estoy desvelada.
por primera vez presto atención a las orquestas de tango y a la música. antes un tango era un tango a secas. ok: sí sabía apenas que di sarli no es lo mismo que pugliese ni d'arienzo, que hay un tango que tiene una parte robada de un estudio para piano de chopin, y que hay otros con letras muy tontas, pero hasta ahí nomás llegaba mi amor. resolvía la cuestión con un y yo qué sé qué tango es ese interior que me libraba de toda responsabilidad. además me enseñaron: porotita vos siempre tenés que seguir al tipo antes que a la música, tenés que hacer los pasos "bien", decodificar la marca, porotita no me muevas las caderas, porotita no te apures, porotita esperá, etc,
qué largo se [me] hace hasta volver a bailar. un concierto de rachmaninov, otro de grieg, el de schumann [sí, el de Madame Soutzastka], los de chopin, las obras para piano de satie, el calor, nadar de noche, noticias de m. y la audición para el ballet, tiene 41 años, podría ser su última oportunidad, está nerviosa y dice que se siente sola, qué es toda esta locura tardía de bailar, este deseo colectivo de expresarse con el cuerpo?
quedé sola y no me cierra un puto número.
hay que resolver
dice jm:
compruebo, con ¿asombro? que las ultimas cosas/textos aquí dichos arrancan con la palabra...
no puedo dormir.
no quiero dejar de decir que me puse a escuchar a john coltrane y de repente recuerdo que me recontra embola la estridencia del metal y el caos y toda esa paja del jazz y la batería como mil metrónomos eloquecidos, melodías desquiciadas [bocinas en un embotellamiento] que sólo les gusta a los que lo tocan y dejan a los de afuera, afuera.
no sé por qué no ponen nunca los valses criollos de ariel ramírez en las milongas. me acuerdo de mamá tocando el piano y de que a ella le encantaba y nos tenía a todos locos con las zambas y los valses en ese delirio folklórico que le agarró cuando éramos chicas.
eso no es ahora. fue antes.
son casi las 12 de la noche. las niñas conversan en la habitación de al lado. se escucha el aleteo de los abanicos. presiento que está noche va a ser larga. estuve un rato despiojando a a. y saqué bichos como para cocinar una paella. se quejaba y se rascaba y le pregunté si quería que le lavara el pelo, sí tía, lavame por favor que me pica mucho. antes bailamos y dejé que revisaran todos mis zapatos de tango y una se pintó los labios con brillitos que sacó de un neceser. me desconcierta ver todo lo que hay de femenino en ellas desde tan chiquitas, esos gestos y cosas tan de mujer que, siendo madre de varones, no recordaba. antes de bailar nos sentamos al piano y toqué un ratito twinkle twinkle little stars en la versión de Mozart y margarita comenzó a cantar estrellita adónde estás con su voz dulce e infantil y me reí mucho cuando, al pasar a la primera variación ella siguió cantando e inventando palabras para seguir la línea de las semicorcheas.
estoy sola en casa con dos niñas pequeñas que acaban de olvidar que tenían sueño. una toca el piano. la otra me pide que le muestre cómo se baila tango.
entonces de la nada llega un wa, que está en terapia intensiva con riesgo de muerte, que parece que lo agarró la policía medio dado vuelta, que lo cagaron a palos [todo el dolor en el cuerpo, y todo el dolor que infligiste]. pienso: no me importa. es un horror espantoso ser capaz de pensar eso. en la muerte. en la posibilidad cercana de su muerte. me quedo impávida y me repito: no me importa. y lo cierto es que sí importa y pienso en mi hermana, los niños, ahora qué se hace. llamo, hermana dejame a las nenas, yo las puedo buscar, las tengo el fin de semana conmigo, no te preocupes por nada, y se me estruja el alma, el cuerpo y la vida y me pongo en modo emergencia.
nos encontramos en Aldo´s [con quién, con quiénes fui a comer ahí otras veces]. hace tres años y más que no nos vemos. pero: es como si no hubiera pasado el tiempo. j. está más gordo y v. también. me dicen como excusándose: tenemos unos kilitos de más. me preocupo porque pienso que no se van a cuidar bien cuando regresen. hablamos de los niños, de los viajes, del infarto del papá de v. ¿por qué no vino g? tenía muchas reuniones hoy. hablamos de que ¿saben? ¡voy a mudarme! vimos un departamento que nos encantó. qué bien ¿dónde? a la vuelta de casa [no es a la vuelta exactamente, pero casi]. se ríen porque ellos ya se mudaron quinientas veces y quinientas veces cambiaron de huso horario. y yo [nosotros] necesité [necesitamos] siglos para irme [irnos] "a la vuelta de casa". hablamos de la educación, de cómo encuentran el país, qué te parece lo que hace el presidente a vos que sos zurda, dice j. yo no soy zurda: soy esa clase de engendro que cuando está con gente de derecha parece de izquierda y cuando está con gente de izquierda la toman por gorila [no soy peluda, no]. ríen de vuelta. les explico a quién voté y por qué y que lo hice llorando yo que nunca voto y respeto lo que otros decidan. seguimos un rato y el tiempo corre [cruel] como corre cuando el corazón está a gusto y de repente se hace la hora de irse. pedimos la cuenta. forcejeamos con j. porque quiero invitar yo. no nena. sí, invito yo, le digo, acá puedo: vos invitame cuando vaya a seattle. por supuesto, la casa está abierta para ustedes. nos decimos esas mentiras porque no sabemos cuándo nos veremos nuevamente. salimos, les muestro el edificio, les cuento que funciona el bebop club de jazz ahí mismo, por las noches, que es muy lindo [se los digo como si existiera la posibilidad de ir juntos algún día]. vamos hasta la plaza de mayo y pienso que es increíble estar ahí los tres, mirando el cabildo, la pirámide, ustedes que no vienen nunca a la capital.