eso no es ahora. fue antes.
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ahora (o en estos días) las niñas todo el tiempo rodeándome. me esperaron el viernes, horas, para que las llevara al parque a jugar, por fin llegaste de la oficina tía, te esperamos siglos, fuimos a trepar en los ombúes centenarios, descalzas (ellas) se ensuciaron lo vestidos nuevos, la más chiquita gritaba como una mona: en 3 segundos me doy vuelta y está sentada en la cumbre del árbol proclamando su reinado.
y yo: por favor bajá de ahí a. qué hago si te caés, si te rompés qué le digo a tu mamá y ella es feliz en su reino vegetal con su hermana mayor dando vueltas, descalza también. después nos vamos a los juegos, hay hamacas y toboganes y demasiados niños. un caño para deslizarse como batman, escaleras, puentes, sogas. ellas se mezclan entre los chicos que corren y saltan para todos lados y yo las miro, sentada en mi puesto de vigilancia y sufro ese desasosiego momentáneo que se produce cuando desaparecen de mi campo visual por unos segundos y me asusto ¿dónde están? entonces concentro la mirada y de repente un pedacito de las flores del vestido, el pelo largo, un moño, un bracito, algo que me indica: no, ahí están, y vuelvo a respirar tranquila. margarita se aleja y se pone hablar con una chica que tiene un perrito. me acerco y charlamos las cuatro: la chica, las nenas y yo. y otra nena que no se sabe bien si es nena o nene porque tiene el pelo muy cortito y es gordita y suave como una nena y no me animo a preguntar.
en la pileta es la misma historia: vigilar que no se ahoguen y hagan sus trucos. tía mirame cómo nado. mirame voy a lo hondo con el avioncito. mirame. mirame. mirame. las niñas, los niños necesitan la mirada del adulto, la atención, la aprobación y esa necesidad no se termina nunca porque cuando somos adultos (una mujer, un hombre) también:
mirame. mirame. mirame.
quereme. quereme. quereme.
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llegan novedades de irlanda. parece que va a ser un enero tórrido y familiar.
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