sueño que volvés de alguna parte y es tan cierto que no quiero ver lo cierto, que es que no volvés. lucas lee las palabras, tiene ventanitas en la boca y ezequiel ya dice cosas, dice tititita, dice má y pí, dice agua y babau.
yo soy igual que siempre, de llorar por los rincones y escondidamente, a veces, sin saberlo. no sé muy bien qué quiero, una manzana dulce, abrazar la perra (ella sí que regresó, pensamos todos que se había muerto y también lloré por eso, pero ayer por la tarde: miren quién vino, y quedé ahí con la perra y con mi hijo, recostados sobre el césped, llenándonos de sol un poco).
no sé del matrimonio muchas cosas y otras sí: que por momentos, si me preguntasen, diría que yo nunca más jamás; o que por momentos necesito todo eso, la familia, el hombre al lado, el símbolo del hombre-abrazo fuerte. aunque estos días me encuentro como huyendo. ah, las mujeres y nuestra absurda búsqueda de conversación.
tanta de mi fuerza se llevan mis hijos que no quiero por las noches otra cosa que dormir y veo que siempre estoy dormida y no lo entiendo bien porque me desconozco ¿o es un dejo de resentimiento? eso de hundirse durante la mañana entera en el fondo oscuro de las sábanas y nunca aparecer sino hasta el mediodía cuando todo lo importante hace rato comenzó a marchar.
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Etiquetas: hijos, mamá, matrimonio
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