martes, enero 12, 2021

postangos

me mandan a escuchar a gerardo gandini. me mandan bien: a donde necesito. sólo puedo estar agradecida de que el mundo sea tan grande que no de tiempo a tener ganas de morir. y de que haya personas dispuestas a mostrarte el mundo. 

...

ayer caminé 10 kilómetros por un libro de poesía que fui a buscar en una librería de la calle corrientes. traje ese libro más los diarios de nijinski y una novela policial. 

hoy dije que iba a trabajar ininterrumpidamente y son las 10 de la mañana y todavía no empecé (en rigor ya envié algunos mails). creo que el "encierro" o las limitaciones de la vida de ahora, porque no podría afirmar que estoy encerrada aunque sí, quizás, algo inmóvil, comienza a afectarme. tal vez no sea cierto que no necesito ver a nadie. el domingo estuve en casa de g. por primera vez. fui a ayudarlo a deshacerse de parte de su biblioteca musical y de su colección de CDs y a tirar papeles muertos. había ansiedad y algo de asombro en el acto del desprendimiento: como arrancar pedacitos de vida y dejarlos ir. g. dijo que todo el asunto le hacía doler el estómago. yo permanecí sentada en el balcón mirando cómo el separaba fotocopias viejas de las cajas y las ponía a un costado y repetía cada vez que veía algo que no recordaba ¿cómo es posible que yo haya leído todo esto?. finalmente sacamos un carrito de supermercado lleno de discos de música clásica, una importante cantidad de papel para llevar al container de reciclado de basura y media docena de libros de arte que me traje a casa. 

al despedirnos le prometí a g. que hablaríamos durante la semana para verificar que él continúe con la tarea de tirar una caja por día. 


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