lunes, enero 06, 2020

shall i compare thee to a summer's day

desde acá arriba veo las copas de los árboles y veo cómo enero no es enero sino otra un pasaje a otro lugar. papá parecía un chico con sus ojos hinchados como los de rocky balboa en plena pelea, lagrimeando un poco y pidiendo cariño otro poco, que me cuiden. quiero que me cuiden. eso es lo que todos pretendemos en algún momento. que nos protejan ante la enorme decepción que es enterarnos de la fragilidad del cuerpo (nuestro). la familia en sus extremos, vapuleada.

de manera que el fin de semana fue un ir y venir en el tren desde la ciudad hacia el suburbio, entrar y salir de los vagones con aire acondicionado al calor y viceversa, el libro en la mochila --mil y una historias de la gente de madrid durante la época de franco--, el celular, una botella de agua y las palabras que no llegan nunca.

y es siempre esperamos demasiado de eso que llamamos "las palabras". lo mejor es no esperar nada. nunca. ni de las cosas ni de las personas. pero eso, lo sabemos, es una mentira que nos hacemos a nosotros mismos para que, llegado el caso, el peso de la desilusión sea más liviano luego.

por ejemplo: me digo a mí misma que no pretendo nada de esta relación con el piano.

...

las personas se acercan a hablar. en instancias o dimensiones diferentes. pero de algún modo necesitan creer que se están "comunicando". la mayoría de las veces no es más que una catarata de expresiones que no buscan realmente una respuesta. me envían una foto, por ejemplo, de una primera edición en español de mrs. dalloway, editorial sudamericana, no recuerdo de quién es la traducción. y me preguntan si acepto pornografía. ese juego del equívoco a veces desconcierta, otras enloquece. la mayoría no significa nada.

...

voces.

voces nuevas.

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