domingo, octubre 06, 2019

dubliners

los días comienzan a eso de las 11 de la mañana con la casa en silencio. casi nunca hay nadie. a esa hora es fácil tomar por asalto el baño y quedarse un rato largo bajo el agua caliente de la ducha. luego al pseudo piano que consiguió p. para los ensayos. es pésimo. los sonidos desaparecen apenas se levanta la tecla, no hay vibración, no hay nada. en algunas obras tengo que dejar los dedos apoyados a drede para que duren un poco más. para colmo de males p. olvidó traer el sustain. de todas maneras es interesante ver qué se puede hacer con lo que uno tiene al alcance.

luego caminar por el barrio cerca del jardín botánico o el cementerio, el barrio de casas iguales de ladrillo rojo, como casi todo dublin. la lluvia es permanente aunque hoy pareciera que se tomó el día de descanso. p. llega de la escuela a las tres de la tarde. almorzamos algo y luego ensayamos hasta que se vuelve a ir a trabajar.

al final del día vamos a visitar a la bebé. cambiamos pañales y preparamos mamaderas en ese ritual de mujeres deambulando como sacerdotisas alrededor de un recién nacido que es ancestral. hablamos un poco y nos quedamos mirando a la bebé como si estuviéramos viendo a una divinidad hasta que se hace de noche y es hora de volver a casa. para regresar tomamos taxi o nos lleva s. que por lo general está cansado pero pareciera que prefiere salir un por un momento del agobio de la casa, la bebé y la mujer angustiada que pasa de la risa al llanto en cuestión de segundos y lo trata mal porque no sabe cómo sacarse el cansancio y el fastidio de haber dormido poco.