martes, septiembre 03, 2019

torvo cementerio

el ruido crocante del papel en la trituradora como si se tratara de huesitos molidos igual que romperle la espalda de a poco a una persona, ese ruido me causa una sensación entre placentera y morbosa: mi triunfo de hoy mientras la tos hace lo propio con mi pecho y la incertidumbre con el resto de quien soy. en los papeles se van trabajos de años y años y años valuando negocios y números y toda la cartera de la empresa integrada y en las carpetas poemas y no hay dibujos porque en esos años no dibujaba como ahora que a veces copio personas y otras me las invento.

la espalda, la mía, es un piano que suena mal.

ahora tengo hambre y pocas ganas de salir al frío de la primavera. no salí tampoco anoche (me había prometido bailar, pero es una promesa de campaña, hecha para ser incumplida, sin embargo el piano un rato, ahora la versión de fresedo, reuniones que se posponen, la nariz congestionada, la vida se repite).

sé que yo también soy toda igual todo el tiempo a través de los años. cuando finalmente descubro los patrones de las otras personas y pienso: mirá hizo esto lo otro lo mismo acá que allá, es inevitable que termine atribuyéndome esa misma condición, acaso no soy igual de humana que el resto. las estrategias repetidas, inconscientemente, del deseo de aceptación, de atención: mirame, quereme, leeme, bailame, besame, cojeme, decime que soy el más lindo, la más hermosa, el más talentoso, etc.

todos persistimos de algún modo en la mendicidad de amor.

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