martes, septiembre 24, 2019

piedrito

siempre fui demasiado inteligente. sé las cosas antes de que sucedan. veo a las personas antes de que actúen: sé qué piensan, qué van a hacer, cómo fabulan, con qué se entristecen y con qué se autoengañan. sé cuando están confundidos, cuando tienen miedo, qué los motiva. sé todo. a veces lo comprendo de manera más intuitiva. otras con absoluta certeza.

y sin embargo.

no me sirvió para nada: no me ahorró ninguna de las incomodidades. "conmigo no vas a sufrir" resultó ser una clásica promesa de campaña no cumplida a la que me aferré con el fervor inquebrantable de los iniciados. le dije a mi razón que no me molestara.

tampoco me dí cuenta a tiempo de que la torpeza para el afecto, la incapacidad para vincularse de manera honesta, la imbecilidad, la cobardía y el narcisismo pueden disimularse bastante bien cuando conviven con otros talentos más vistosos.

no quise ver porque te quise y mucho.
y además me calentabas.

ahora ya no queda nada de ese cariño. solo cansancio. una profunda decepción y algo  de melancolía por las cosas lindas que no han de repetirse y que con el tiempo terminará por diluirse del todo.

y un novedoso sentimiento de liberación: no necesito esto. no quiero. suficiente.

podés ir nomás.

ya sé que no te importa ni te importó jamás.  lo digo para mí y por mí: yo tengo un narcisismo que cuidar también. jamás olvidaré mi condición de egomaníaca.