subo dando zancadas por la escalera. dos pisos. rápido.
no es tanto.
sin embargo necesito un rato que parece eterno para recuperar el aire. entonces me tomo un tiempo y doy vueltas alrededor de una de las columnas anchas que sostienen la estructura del edificio. la pendeja me mira y se ríe. dice: qué te pasa, parecés muy drogada.
¿se nota?
qué horror. todo se ve.
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