cuarenta y cuatro
la secretaria no deja de hablar.
habla fuerte.
es insoportable.
no tengo una política coherente para el apagado de cigarrillos: si lo fumo en la puerta del edificio de la editorial, lo tiro en el cesto de la basura; si estoy caminando por la vereda, va a parar al piso; si el entrevero es en el balcón, dejo escondidos los restos en una esquinita para que el viento y la lluvia se lo lleven.
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