miércoles, junio 27, 2018

en la sesión hablamos de lo de siempre. mi vida. o mis vidas. cuento que g. me hizo preguntas bastante especificas sin razón aparente y que las contesté de manera inespecífica con una razón clara.

una conclusión general: lo que mi vida es para mí (algo que más o menos doy por supuesto y si no por supuesto por lo menos como algo que quizás no podría haber resultado de otra forma o, mejor, que resultó de la forma que resultó porque hice todo lo que pude para que así fuera aún cuando no lo sabía)  tu vida para los otros, me advierte, es la superficie donde ven reflejadas sus frustraciones.

sus frustraciones amorosas, sexuales, profesionales, familiares. tanto hombres como mujeres pueden envidiar tu libertad, la seguridad con la que te desplegás ante el mundo. ni hablar de lo otro.

pero esto no es gratis, digo, disculpándome, además los demás [ese colectivo difuso] no hacen lo que tienen que hacer. ni siquiera hacen lo que quieren hacer.

...

en la milonga del martes (un lugar extraño en el que hay que subir las escaleras arriba, el piso es duro, el piano está escondido) converso con a. le doy el abrazo que no le dí por la muerte de su mamá que fue hace un año y medio. ¿tanto hace que no nos vemos? mucho más. hablamos de la paternidad, de los antidepresivos. la nena hace lo que quiere. y eso lo enloquece porque no sabe cómo controlar sus ataques de pequeña furia indómita. un bife, sugiero. es más difícil que seo. me cuenta que la nena duerme en la cama con ellos (es decir: con papá y mamá). que si no le gusta una comida la tira al piso y que si no quiere ese par de medias se lo saca y grita. tiene 3 años. nadie le explica a uno cómo ser padre, cómo ser madre. pienso en mis hijos y en mi matrimonio y en la felicidad de haber sido madre y en la felicidad de sentirme libre. a. me cuenta que su matrimonio no es realmente un matrimonio. que anhela conocer a otras personas pero que no se siente libre.

¿qué es, al final, la libertad?


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