lunes, febrero 05, 2018

ya pasé por la bouqueterie a comprar el regalo para a.
mi familia me reclama.
dicen que no estoy nunca con ellos porque voy poco a la playa: es que me indispuse, alego. no traje tampones, no me gusta ir a la playa con la certidumbre de la sangre entre las piernas, tragar arena, etc.

ya iré. necesito un tiempo. que me den ganas. ir a la playa no es ir con g. y mis hijos. es ir con ellos, con las abuelas, con cinco primitos más, con mis cuñadas y mis cuñados. es ir a sentarnos alrededor de un fuego imaginario a charlar durante horas sobre cosas que olvidaremos a los cinco minutos. y simplemente no me sale. ya lo hice y cuando lo hice fue con gusto y amor. con el afecto que se necesita para sostener el entramado de interacciones que hacen que una familia sea una familia. no es que no sienta afecto ni amor por estas personas: llevé a todos esos niños a donde sus propios padres no los llevarían, he ido con ellos al teatro Colon, a ver títeres, a escuchar musica, a ver las esculturas de Dalí, a comer arrolladitos primavera en el barrio chino, les hice dibujar con lápices de colores, les enseñé a hacer origami... lo hice con el corazon, que es de la única manera que pueden hacerse esas cosas. no sé si quiero más. 

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