sábado, febrero 03, 2018

salí a correr hoy. el recorrido de siempre. el mar a la izquierda, las casas a la derecha, bordeando la península hasta llegar al puerto.

pensé que me iba a cansar o que no iba a poder hacer la vuelta completa pero no. todo sigue ahí: el faro, la isla de los lobos, las playas estrechas, incluso mi capacidad de movimiento. antes de salir, cuando me puse la campera para enfrentar los vientos marítimos apareció mi reloj chiquito de plástico, ese que fue un patético rehén hace casi dos años y que había dado por perdido. estaba en el bolsillo. hibernando. me dio alegría encontrarlo y también me trajo recuerdos horribles, que creí haber borrado. pero la alegría es mayor, mejor que el espanto: es la alegría de haber recuperado una parte de mi misma, una parte de mi racionalidad perdida (casi como la alegría de haber vuelto a tocar el piano), la tranquilidad de saber que soy capaz, además de hacer música, de escribir, de correr, de establecer vínculos sanos con las personas que quiero, complejos, sí, pero basados en algún tipo de comunicación no violenta ni especulativa, donde no hay manipulación, donde no me siento menos que nadie, ni disminuida, ni amenazada ni estúpida, al contrario: donde de alguna manera puedo ser quien soy en diferentes instancias sí, en diferentes momentos, pero sin sentirme fragmentada o rota.

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jezabel, de irene nemirovsky, es, como todas sus novelas, genial. y habla justo de la relación de las mujeres con la belleza y con el paso del tiempo y de cómo entre ellas se dicen falsedades y mentiras que pretenden ser piadosas pero están cargadas de crueldad, mentiras que hablan del esplendor perdido como si aún existiera, entonces recuerdo lo que me contabas de las bailarinas y pienso "es igual a este párrafo del libro" exactamente igual, y está tan bien escrito, es tan precisa la descripción.. quizás en algún momento te lo envíe, o te lo lea.

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