martes, febrero 13, 2018

conseguí los diarios de idea vilariño, un cuento de marina tsvietaieva sobre su madre y el piano, le goff: intelectuales en la edad media, un policial de andrea camillieri para g, qué más.

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la cena fue intrascendente, como siempre: los hombres mayores con más alcohol del que es estrictamente necesario para mantener el decoro contando anécdotas gastadas que ya escuchamos cientos de veces y que no les interesan a nadie.

antes de sentarnos a la mesa me saludó la esposa de uno que fue invitado a la cena por cuestiones más políticas que familiares. yo le pregunto cómo está su hija más pequeña y digo algo de que sus hijos ya están jugando con el mío y cuándo llegaron a punta del este y toda esa serie de trivialidades que uno comenta con las personas que no conoce y con las que no tiene nada de qué hablar. ella es linda, tiene el pelo largo, enrulado, negro. los ojos de color azul profundo. los dientes muy blancos. no llega a los cuarenta años. es educada. correcta. me dice que la nena ya cumplió un año y se quedó con *la chica que la cuida* por suerte, y que justo la noche anterior pudieron ir al cine con su marido y dejar a los niños en casa. entonces comienza a darme una explicación de que en realidad *la chica que la cuida* recién llegó hace dos días a punta del este, que no pudo venir con ellos desde el principio porque perdió un bebé justo antes de que tuvieran que salir de vacaciones. pobre ¿de cuánto estaba? tres meses. primeriza. es bastante común, agrega como restándole importancia. qué garronazo, digo.
entonces ella, la de los ojos azules, me dice que sí, que fue una cagada que justo cuando ella la necesitaba, es decir, ella, que la había bancado cuando *lachicaquelacuida* pidió viajar a paraguay y se tuvo que quedar *sin chica* por un tiempo en plena época de clases y ahora que era el turno de *la chica* de ayudarla a ella, la señora de los ojos azules y la sonrisa bella que tiene tanto que hacer con sus tres niños (10, 7 y 1 año), a ella que está agotada luego de un año de constante ajetreo autour del colegio, la tarea, la bebé, la ropa, las mamis del cole, porque, la maternidad, se sabe, es atroz, no importa la clase social, justo en el momento en el que *la chica* tenía que ¿te das cuenta? decirme: bueno señora, ahora en qué necesita que la ayude, usted que es tan buena y me dejó ir a Paraguay, justo viene a pasar, esto... y me tengo que venir sola a punta del este con los chicos.

en la mesa, más tarde, la de los ojos azules quedamos en las cabeceras opuestas.

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fui a correr.
el faro y el campanario de la iglesia inamovibles.
necesito cortarme el pelo.
tocar el piano.
bailar tango.

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