jueves, diciembre 21, 2017

en el quiosco volví a ver a la abogada de la fiesta. a la luz del día ya no me pareció tan deslumbrante ni tan perfecta como cuando la conocí y  noto que tiene algo indefinidamente triste en la mirada, bajo las pestañas largas. está comprando cigarrillos. muchos: se lleva tres atados. es una chica joven, como de treinta y pico. está vestida un poco anticuada. me reconoce cuando pido mis propios cigarrillos. nos saludamos con un beso. que estés bien, le digo cuando se va, mientras me quedo pagando.

digo a todo el mundo: que estés bien. no sé qué significa. un deseo de paz, supongo. 

otra cosa que no sé: cómo funcionan los engranajes del deseo de las personas. siento extrañeza ante eso que me resulta indescifrable [seguramente en contraposición a lo que en mí veo con tanta claridad]. siento fastidio también porque: quiero lo que quiero y lo que quiero es simple. no simple de fácil, simple de es esto y no otra cosa.  es simple e intenso.  no hay un conflicto que deba resolver. no hay especulación. no hay una barrera u obstáculos que sortear ni nada que explicar. no hay ansiedad ni miedo. no es sórdido. no es entreverado. sólo deseo: simple, profundo, tenaz. luminoso y lleno de alegría. sí hay desconcierto: pero no conmigo misma. conocer al otro: siempre esa imposibilidad primaria. 

...

los chicos ya no son chicos y ellos también en algún momento irán tras su deseo.

qué bien mi piano esta mañana avasallado por mi fuerza, mi energía desbordada. ahora mismo tengo sueño y durante la reunión de esta tarde casi me duermo mientras el abogado local malatrataba en el teléfono a los abogados en Ecuador y me miraba buscando complicidad ¿vos me entendés?

yo entiendo algunas cosas sí. 

otras no. 


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