miércoles, octubre 25, 2017

85.

lo que más me gusta de tocar bach es que no se puede cortar la música. una cosa está enganchada con la otra de manera de manera necesaria, inevitable, casi como un perpetuum mobile, agua que fluye, algo así.

lo otro es que es tan complejo de leer al principio: imposible coordinar las voces, hay que estudiar casi obligatoriamente con las manos separadas. por el contrapunto. no hay forma de inventar nada. no se puede meter una nota por otra ni la mitad de un acorde ni cualquier otra de las burradas que se pueden hacer cuando se lee a primera vista, no sé, mozart, beethoven o un vals de chopin. sin embargo con el tiempo todo se acomoda y funciona y cuando eso sucede parece increíble que hasta hacía un tiempo lo que se mostraba imposible de ejecutar ahora resulte lo más natural del mundo y suene así. natural, fácil, hablado. es hablado, tal vez eso me gusta de bach. su música es como una conversación infinita. amable. una voz que no se apaga nunca. que no molesta. que nunca es hiriente ni estentórea. pero es compleja y variada y sin embargo siempre igual. que habla de algo que a lo mejor no puedo comprender muy bien pero que no me asusta ni me angustia ni me enoja. puede haber un dejo de melancolía o tristeza pero nunca angustia: como si supiera todo acerca de los misterios de la existencia pero no le pareciera importante explicarlos justamente por eso. porque no hace falta.

entonces pues: la música.

...

escuchando las partitas (quiero leerlas urgente) descubro cosas de beethoven ahí. cosas que no sabía que eran de bach. no son cosas exactas o literales. pero son.

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