21.
tal vez tenga que viajar a ecuador por una semana.
¿cómo hago para no inquietarme o que no me de miedo?
tal vez tenga que viajar a ecuador por una semana.
ella no me lo dijo nunca pero mamá me puso a estudiar piano porque yo era insoportable. para que dejara de hacer cosas como abrir la heladera sacar huevos y partirlos en las cabezas de mis hermanos menores o arrojar tortas de barro al techo del baño y que quedaran ahí pegadas por siglos o pasar un pan con mayonesa por los pelos de mi hermana, o pisotearle los zapatos nuevos de gamuza con pulserita porque me moría de los celos, o empezar a saltar en el lugar sin razón aparente, de la nada, como poseída por algún demonio interior que no me dejaba estarme quieta. también molestaba en el colegio a mis compañeros porque me aburrría. a esta nena hay que darle más tareas decía mi maestra de tercer grado. tomá: arreglate con esto. y ahí vino el piano. que nunca me resultó fácil. todo lo contrario. con el piano encontraste la horma de tu zapato. me repetía mamá. porque las clases de danzas no me habían apaciguado para nada. iba, bailaba, zapateaba, tocaba las castañuelas, hacía los ejercicios de barra pero seguía igual de inquieta e insoportable. en cambio el piano. el piano era otra historia: me obligaba a quedarme sentada. repitiendo una y otra vez lo que no me salía. y por eso lo odiaba. pero a la vez fantaseaba con ser una gran pianista de vestido largo. porque después de estudiar mucho cuando la música por fin surgía... cuánto placer. lamentablemente en ese momento (ni en ningún otro durante los 11 años que duró mi educación musical) nadie me enseñó que la música está primero y la técnica después y no al revés. crecí y estudié siempre con esa idea: que el goce musical y estético está permitido solamente después de que se superan los obstáculos técnicos. no hay nada más absurdo. era como garchar y no acabar nunca o no disfrutar. pero eso lo entiendo ahora. ahora no se me ocurriría pensar que para disfrutar de bailar un tango es necesario hacerlo como osvaldo zotto. ni siquiera se me ocurre pensar que no puedo disfrutar de bailar un tango porque todavía no me salen los voleos [¿o son boleos?] o los adornos como me gustaría. una pavada. pero yo creía eso cuando estudiaba música y era muy joven y lo sufrí --innecesariamente-- muchísimo. una pena. tal vez ahora tenga otra oportunidad.
seguí así. una por día menos los domingos. pasamos de la fluoxetina al escitalopram.
me sorprendió menos cuando w. me contó que era gay que cuando me dijo que se había ido a vivir con una bailarina.
Butterfly - dance across the sky to me
compro libros como si los recursos monetarios fueran inagotables. y lo que es peor: como si el tiempo que tengo para leerlos fuera inagotable. es lo mismo que estar acá en estas oficinas del diablo sentada durante horas que pienso en términos de lo que podría hacer en el piano, de lo que podría leer o cuánto podría bailar, dormir o cojer [en este último caso más que una cuestión de cantidad es de oportunidad: me parece criminal ocupar el horario de la siesta en resolver planillas de cálculo]. el problema es siempre pensar todo en términos de alternativas. costo de oportunidad se llama: es lo único que aprendemos en la universidad los economistas. eso y la noción de equilibrio general: la visión sistémica de las cosas. toco acá y se mueve allá porque existen infinitas sucesiones de causalidad. los engranajes del universo. todo simplificado en un sistema de ecuaciones que no sirven para nada. bueno. sirven para comprar los libros.
hace dos noches que no duermo bien --no sé por qué-- y tengo sueño y no demasiadas ganas de trabajar. en mi cabeza dale que dale los rag-times de scott joplin y es como estar en una película en blanco y negro, muda, la música en una velocidad y yo en otra. a veces siento eso: que las cosas suceden pero un poco más lejanas, menos intensas. no es que no me importen: quedan sólo a una distancia justa como para no enfermarme de ansiedad (¿sí? entonces por qué carajo hace dos noches que no duermo bien). sin embargo aún necesito hacer grandes esfuerzos por no correr detrás de. por discriminar.