soñé que al fondo de la casa nueva había unas escaleras de mármol de carrara con barandas negras de hierro forjado. escaleras de servicio, como las que hay en el palacio errázuriz. de esas que unen pisos, habitaciones y secretos en su descenso de piedra. como las escaleras por las que huyen los adúlteros y los asesinos.
auxilio.
nadie respondió, por supuesto.
bajé corriendo como una cenicienta enloquecida, saltando escalones, tomándome del hierro negro cada tanto para no desbarrancar del todo, hasta que llegué a un hall en la planta baja del edificio.
encontré gente (creo que trabajando) y pregunté si habían visto a la heladera y una mujer se acercó a mí y me dijo sí, sí, claro que la vimos. aquí está, ¿era suya?. me condujo hasta ella y me la mostró. yo comprobé que era mucho más pequeña e insignificante de lo que me había parecido cuando estaba en el altar y que no se había golpeado ni abollado en su precipitado descenso. después la abrí y vi que estaba vacía y hueca y limpia. quise llevarla de nuevo a casa. supongo que habré dicho unas cuantas estupideces, de esas cosas sin sentido que se dicen en las situaciones sin sentido y no sé qué pasó luego porque así son los sueños: absurdos, disruptivos, ridículos.
...
por qué sueño con catástrofes.
tuve otra pesadilla. había asesinatos, encubrimientos y culpas shakespeareanas.
el horror del inconsciente no nos abandona nunca.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home