sábado, febrero 11, 2017

edificio biarritz - fidelio

blanco, con las persianas pintadas de verde, de 1907. un cartel que indica quiénes son los constructores dice: ochoa & medhurst thomas. me gusta quedarme mirando esos vestigios del pasado de los que hay pocos acá. esa manía por hacer edificios nuevos y vacíos. sin alma. el hotel biarritz es un refugio al que nadie me invita pero que nunca dejo de visitar.

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unos días antes de venir de viaje encontré en una librería de avenida de mayo la colección entera de la sonrisa vertical [sí, la de las tapas rosas y el triángulo del peligro]. compré el amante de duras (para tenerlo), otro que ahora no recuerdo  y algo que me llamó la atención: las memorias de Wilhelmine Schröder-Devrient.

por supuesto se trata de esa clase de memorias.

leo y --pasados el primero y segundo capítulos que contienen numerosas escenas asombrosamente explícitas para lo que por lo menos yo imagino que debía ser demasiado explícito(*) para los estándares de esa época, incluyendo el voyeurismo no deseado de la protagonista en el momento en que sus propios padres se entregan a los placeres del cuerpo y su temprana iniciación, siendo aún casi una niña, de la mano, o mejor dicho, con las manos de otra mujer--, decía, pasado el fárrago de oh sí, qué delicia ésto o aquéllo, los trémolos vaginales disminuyen para llegar a una parte muy interesante en la que la cantante de ópera (la primera en interpretar fidelio de beethoven) reflexiona con una lucidez pasmosa acerca del sexo y sobre la posición desventajosa de las mujeres, habla de cómo eludir los peligros del embarazo y/o enfermedades y se muestra preocupada  por la posibilidad de tener sexo "seguro" (posibilidad que estaba al alcance de unos pocos afortunados con acceso a la invención del docteur condom, que por otra parte debía ser bastante incómoda), sobre lo que la sociedad esperaba de las mujeres y de los hombres respecto de sus conductas sexuales, de su vida sexual y su carrera artística y, por último, de un detalle precioso, habla sobre la eyaculación femenina de la que Whilhelmine y sus amantes fueron felicísimos beneficiarios.

(*) es un sinsentido, se es explícito o no se es. no admite gradaciones. creo.

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me voy a correr. necesito.

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