martes, diciembre 13, 2016

las doce princesas bailarinas

no sé nada de tango: no sé bailar, no sé la música, nunca me aprendí las letras de los tangos, excepto las que mamá tocaba en el piano y cantábamos. sabía que nada sabía, pero ahora se me plantó la evidencia por delante, como correr un velo y descubrir lo que ya estaba. y es genial: aprender todo de nuevo. o de cero. cómo caminar, cómo abrazar, cómo guiar, cómo ser guiada. no permitir que las caderas vayan por su lado.

aprender a respirar y respirar el aire de los otros. del otro.

sin apuro. 

con el tiempo que merecen las cosas buenas de la vida, once años después de haber tomado la primera clase.

una conversación que contiene nenitas bailarinas. los zapatitos rojos y las castañuelas, el cuento de las princesas que escapaban por las noches a bailar y volvían de madrugada, subrepticias. el sueño del teatro colón.

qué hay en bailar: se dicen otras cosas. mamá se ponía nerviosa cuando nos veía bailar de adolescentes y no tanto. nena no te muevas así.

y en el tango: la sensación de libertad total y al mismo tiempo el límite del propio cuerpo y [más importante] el del cuerpo del otro, todo en un abrazo. y confiar.

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