jueves, noviembre 24, 2016

una luz cegadora

en el baño haciendo pis canto una canción de silvio rodríguez, ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta, ojalá pase algo que te borre de pronto, y recuerdo cómo era [yo] cuando escuchaba ese disco todo el tiempo, silvio rodríguez y pablo milanés en vivo, 19 o 20 años y estaba enamorada de r. que me llevaba en auto a casa cuando salíamos de la facultad y hablábamos de olvierio girondo, de nietzche, de alejandra pizarnik, nunca de economía y yo como una boba lo escuchaba y ahora que lo pienso el tipo era un nabo pero algo había en él de misterioso de distinto que me hacía quedarme con él conversando, en una de esas charlas me preguntó por qué no era más femenina [quién puede decirle algo así a una mujer, recién ahora me doy cuenta de esa crueldad solapada], sin embargo a lo mejor tenía razón, no me vestía muy femenina, usaba jeans muy anchos y grandes y zapatos leñadores y camisas y sweaters larguísimos o me dejaba puesto el guardapolvo de maestra jardinera, un espanto. r. me amonestaba por mi falta de sex appeal y acto seguido me contaba sus experiencias [sexuales] y yo que tenía muy poca ahí sentada ¡oh! como una tonta ¿de verdad? yo nunca... recuerdo que él tenía novia y yo estaba sola y una vez me preguntó si quería ser su amante y ¡horror! [este detalle se me escapa] le respondí que sí, pero no lo hice en el momento sino que unos días más tarde con una carta manuscrita en un papel, seguramente con pretensiones literarias y creo que se la di en un sobre indicando que no debía leerla inmediatamente salí tras él de la clase, subrepticia, sin que me viera, quería espiar qué hacía con mi carta y vi que se iba de la mano con su novia, tardó unos días en contestarme que lo había pensado y encontrado que.. no era una buena idea [una crueldad aún mayor: dar y quitar de manera arbitraria].

nunca pasó nada con r.


...

qué bien es sentirme bien.

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