miércoles, noviembre 09, 2016

ganó trump.

krafterk [quiénes son, quiénes eran] no pueden tocar en buenos aires porque se los considera peligrosos. por las drogas y eso.

abrí el libro de cuentos que compré en strand. leí dos. son historias publicadas en el new yorker durante la década del 50. pleno baby boom. no sé si me gustaron. no sé si les presté atención porque a nada puedo prestarle atención. en realidad una me pareció muy buena, la de dos púberes que se juntan en la casa de uno de ellos para espiar a una pareja de recién casados teniendo sexo en la noche. por supuesto los muchachitos nada saben de esas cosas, esperan aprender. se preparan minuciosamente [llevan sus binoculares, un paquete de caramelos, dos baúles sobre los que se encaraman para ver mejor, conversan sobre el asunto, etc]. creo que sí, que se trata de un buen cuento: hay tensión, los personajes se entienden en una pincelada, uno espera, como los púberes, que sucedan cosas en esa habitación. mientras leía pensé qué diferente es a mirar pornografía en internet, a espiar gifts con pedacitos de sexo que están ahí nomás. la tensión, por supuesto, no se resuelve. y eso me encanta, que quede todo suspendido, como a punto de caer.

...

ahora me indican que lo mejor es hacer de cuenta que algo que existe no existe así entonces, ojos que no ven corazón que no siente. a ulises lo atan a un mástil [o pide que lo aten] para no arrojarse al mar cuando le cantan las sirenas. bueno, algo parecido.

pum. pum. pum.

me quedé 15 de los 23 minutos que dura piano phase de steve reich escuchando y en un punto se transforma en un ruido más de mi alrededor, como el de un motor que ronronea, o el zumbido de la ventilación, las teclas de las computadoras aledañas. una sucesión de sonidos que se repiten y a fuerza de hacerlo pierden toda su belleza/sorpresa inicial.


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