domingo, noviembre 13, 2016

domingo a la madrugada

no puedo ir a dormir. no sé por qué.

por alguna razón desconocida estoy leyendo nuevamente crimen & castivo y no sé para qué lo hago. compruebo que la literatura rusa es agotadora y el problema de los nombres sigue ahí. dostoievsky es particularmente enfermante. no así tolstoy, o pasternak (a quién nunca leí del todo).

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corrí hoy solamente 5 y 1/2 km. y bebí. el viernes terminé una botella de un blend tinto que habíamos abierto el jueves. hoy una copa de un malbec rosado, casi dulce, suave, agua. más tarde, después del almuerzo, hay sobre el césped unas sábanas que acomodó v. y sobre las sábanas yo despatarrada. v. cerca, tocándome el pelo con una palito chino, diciéndome cosas triviales. no tenes canas casi, qué lindo tu pelo, es natural, nunca te lo teñiste. siempre pienso que la dejaría que me toque, es decir: si quisiera acariciarme, lo permitiría. pero por favor no hables. la piel se encuentra con la piel pero no hablemos. después g. me pasa la mano por la espalda, por debajo de la remera. me quedo quieta. sintiendo.

--antes, mientras comíamos, escuchaba las idioteces que decía a. sobre macbeth, shakespeare en general, scott fitzgerald. no tiene idea, no es que yo sepa mucho, no sé nada tampoco, pero a. necesita explicar que alguna vez leyó tal o cual libro, o tal o cual autor, como cuando preguntó por ortega y gazzette, sí, así, v. no para de burlarse y decir que lee todo en google. me río y disimulo tomando más vino, no es cuestión de ofender al dueño de casa--

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en la semana conocí a agustina. es más joven y linda de lo que imaginaba o por lo menos de lo que ella se empeña en sugerir. me contó historias de violencia en su familia. le conté las mías. en un momento hablamos de mujeres. de estar con mujeres. le pregunté si le gustaban. dijo que sí.

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almorzamos el viernes. es curioso, nos encontramos en la calle, puntuales y es como si hubiéramos almorzado miles de veces y creo que sólo nos vimos dos o tres. los hijos, el trabajo. el arte. las mujeres. de nuevo. hablamos y parece que tuviéramos confianza. pregunto cosas. conversamos sobre los recuerdos, crear recuerdos. suelto alguna estupidez sobre stendhal y las crónicas italianas.
p. me dice que no le gusta volver a los lugares en los que ya estuvo.
y si te gustaron?
más aún. o mejor dicho: menos aún. hay un temor a que las emociones, las percepciones no vuelvan a repetirse, que no sean diferentes, ya no va a ser lo mismo. no le gusta volver. a mí sí me gusta volver. siempre que dejo un lugar lo dejo pensando que voy a regresar (no importa si después se cumple). con las personas me pasa lo mismo. a lo mejor es una manía, una negación de la finitud de las cosas, de las relaciones: creer que uno va a volver es creerse un poco eterno.
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comí todos los macarrons esa misma tarde.

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