jueves, octubre 20, 2016

esa explicación tiene varias ventajas: es simple. no apela a las emociones ni al afecto. está directamente relacionada con la necesidad de llamar la atención, con la necesidad de escuchar lo que queremos escuchar y no otra cosa: palabras que nos reaseguren en en el terreno de la vanidad. quieroserlamáslinda, quieroserelmásinteligente, quieroserlamásdeseada, quieroserwilliamtheconqueror.

no es que quiera serlo en realidad. eso no importa. quiero que me mientan.QUIERO QUE ME LO DIGAN.

ahora pienso --siento, o me doy cuenta de-- que ni siquiera tiene importancia si el enunciado A o B eran ciertos. lo que más duele es que se corte esa corriente de falso cariño, falsa admiración porque esa interrupción nos reduce a lo que realmente somos.

al cesar el sonido de las palabras (las de adoración, nobody, not even the rain,has such small hands, las bellas, las otras, putitadivina, e incluso las horribles, salídemivida, desaparecé, los insultos, sostalocualcosaespantosa, o las amenazas) irrumpe el silencio.

mequedésolaensilencio.

y es obvio: el silencio nos obliga a escuchar. pero de verdad.

escuchar adentro.

tut-tut-tut-tut

¿hola?

¿estás ahí?


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