domingo, junio 05, 2016

capuleti e montecchi

en el silencio de la casa sola escucho a vicenzo (una versión del 2009 con netrebko y compañía, todavía no llegué a donde ella canta pero no le tengo mucha fe como soprano de coloratura) como una anticipación de la visita al teatro avenida de la tarde de hoy. no sé si tengo la predisposición mental/anímica preparada para un drama de esa magnitud pero la música de bellini es tan bellini que siempre existe la posibilidad de sentarme en el piso contra la pared del fondo, a oscuras, y sólo escuchar sin prestar atención a la historia. después de todo, la ópera es también la música. sobre todo en el belcanto.

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en la cena de anoche me hablaron bien de j. me puse contenta. tengo ganas de contarle pero no lo haré. debo aprender a ser más discreta, menos atolondrada. yo sé que esa es la razón por la que termino reservándome muchas veces porque me cuestan los términos medios. y cometo errores. muchos. confundo honestidad con sincericidio. pensé que había aprendido pero no. el gen de la puñalada en mi propio estómago no desapareció. sigo haciendo minidesastres que luego creo [de una manera absolutamente infantil] solucionar con el poder de mi capacidad de hacer reír a los demás, poniéndome en ridículo, haciéndome la simpática. no sé qué va a pasar con todo esto, lo que sí sé es que ahora me parece que quiero seguir trabajando, qué literatura ni literatura si al final nunca le dediqué tiempo serio de mi vida. en fin.

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ayer compré un libro de capote. nunca había leído a capote. la traducción no es del todo mala así que creo la toleraré. nota: preguntar qué hay en kel en inglés.

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aprendo cuál es el equilibrio entre hablar y no. de a poco. mi cuerpo espera. no estoy preocupada pero sí. o sí estoy preocupada pero no.

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