lunes, abril 18, 2016

más difícil de agarrar que abogado en víspera de asamblea de accionistas.

no sé cuántas veces subí y bajé escaleras entre los pisos 14, 18 y 21 y con los músculos de las piernas en tensión por los 10 km de ayer y los brazos doloridos por la práctica de yoga del sábado, aguantando los comentarios tontos acerca de mi corte de pelo y sin conseguir de los abogados las respuestas, ni de los gerentes las respuestas, ni de nadie las respuestas porque acá todos como locos porque se les termina la beca. además se hizo tarde y no llego para acompañarlo a e. a su clase de música llamo a casa para avisar que sí puedo ir a buscarlo a la salida, quedate tranquila voy yo, pero no, quiero ir yo porque ese rato con él feliz saliendo de una clase en la que no importa si hizo la tarea o no, si se distrajo, si se escapó del aula, un lugar donde puede equivocarse y ser él y sus chistes sin que a nadie se le ocurra reprimirle su espontaneidad, ese rato que pasamos charlando y caminando por las ruidosas avenidas de caballito, ese rato es todo. 

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ahora mismo debo completar planillas de excel para nada. 

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el libro de DW Lawrence que hace años había comenzado (y abandonado) ahora parece estar escrito por mí o para mí y eso es de una felicidad literaria tan grande que me alegro no haberlo terminado antes y leerlo ahora que parece un momento justo en el que me asombro de las posibilidades de tensión entre hombre/mujer como si nunca hubiera sentido antes cosas parecidas. 

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