martes, diciembre 01, 2015

Nel mezzo del cammin di nostra vita

mi ritrovai per una selva oscura

la discusión acerca de qué regalar al amigo invisible queda en nada y la tarde se diluye en comentarios sobre las preferencias de cada uno, cuánto gastar, cuánto no gastar, etc.

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hace calor. alguien, desde lejos, propone leer la divina comedia. y recuerdo cómo a los veinte años soñaba con leer un libro juntos. en esa época a. no pasaba de repetir el primer verso (y lo hacía en italiano aunque no tuviera ni idea de lo que estaba diciendo) y de ahí no salíamos nunca, en esa forma recursiva que teníamos de amarnos y odiarnos, las reconciliaciones, los llantos, cojer desesperadamente. etc. tan atrás en el tiempo lo siento que hoy esta "convocatoria" de alguien desconocido a leer juntos aparece como una posibilidad completamente nueva y refrescante.

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al mediodía m. me pregunta si estoy para ir a comer. le digo que sí. es extraño porque se trata de una persona casi por completo ajena a mi vida en general, a mis pensamientos en particular. me pregunto qué le parecerá divertido de invitarme a almorzar, supongo que lo hace porque debo resultarle graciosa o chistosa. o para sacudir su propio aburrimiento y desazón cotidiana. no es la primera vez que me lo propone. vamos al ateneo de florida porque "tengo que comprarme un libro" le digo. el libro en cuestión es un ensayo. m. compra, por su parte, "atlas shrugged" de ayn rand. me pregunta si lo leí. le digo que no. pero que en nueva york había un negocio que vendía manuscritos y tenían en exhibición unas notas de la autora que se vendían por varios miles de dólares (no recuerdo si eran cartas, notas de la novela o qué).

el almuerzo transcurre.

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nada pasa.

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