amarilla y blanca

estaba ayer la plaza de mayo. lucas no pudo pasar (le dije que fuera al colegio por perú). cada mañana es un levantarse tempranísimo y ya comenzar a "ponete los pantalones", "atate los cordones", "no te olvides las llaves", muertos los dos de sueño. en el subte nos hacemos los distraídos y si al llegar a la estación aparece algún chico con anteojos y walkman directamente me transformo en una extraña a la que apenas se reconoce con una leve inclinación de cabeza y una mirada fugaz.

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mar del plata es una ciudad tan hermosa que me reuslta increíble después de tantos años de no haberla visitado no querer volverme a casa. encontramos música, bellas construcciones del siglo pasado de esas en las que uno quiere imaginarse viviendo allí, en otra época, con sombreros y vestidos largos, los bodegones y las trattorías italianas, el tango que está tan arraigado que parece una buenos aires marítima.

corrimos la carrera de 5k.
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acá todavía no pasa nada. y eso es, por lo menos, un fastidio.