domingo, diciembre 11, 2011

y sexo, sexo, sexo, sexo

volver a sentir la comezón insoportable del deseo aunque torpe, bajo la luz de la luna y el pasar de trenes "rigurosamente vigilados" ese rock 'n roll de la adolescencia entrar en una habitación desbordante del desorden personal de una persona sola un piano desafinado una guitarra femenina entre las piernas, ese es tu cuerpo, ese es "mi" cuerpo soy una mujer desafinada como el piano y muy sonora y suavecísima y muy tímida igual que una niña que jamás besada fue en la noche la melena de leona desgreñada y un abrazo fuerte besos nuevos viejos miedos y no saber muy bien qué hacer y saber exactamente qué esperanza se va en cada segundo transcurrido pasa un tren hacia el oeste y lleva con él todos mis recuerdos y las cacerolas revoleadas de la abuela sumida en el balurdo del alcohol ese descubrimiento de estos días, el cuerpo livianísimo (mi cuerpo)
correr
correr
correr
los perros ladran en la tarde y grito como desiquiciada entonces a distancia se mantienen y mis piernas huyen y entre ellas una ráfaga de agua río abajo una laguna enorme un hombre (en la mañana la bicicleta me llevaba hacia los diarios y en la página central encontré también personas que conozco y no me importan, ej, el vicepresidente, y en otras páginas no tan centrales casas bellas de gente adinerada, las "postales pueblerinas" y firmando con su seña un tigre, fue gracioso oir su respirar, la calma dulce (firme: no te voy a dejar ir aunque eres libre) de las manos en mi espalda, y luego reclamar y reclamar por más y más como una nocturna scherezada
sabes: clávame la espada
¿y ahora qué?

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