jueves, noviembre 17, 2011

niño perdió por enésima vez sus anteojos. llora. su papá lo reta. llora más. es un enorme, tan enorme incordio. una molestia de esas que no pueden explicarse: ponerse los lentes, sacarse los lentes, recordar los lentes, no olvidar los lentes, el estuche, el recreo sin ellos, la clase con ellos, sentarse en el primer banco, superar la vergüenza, las mil y una molestias asociadas con los catalejos. irremediablemente se pierden.

niño se quema con una fuente en el colegio. hicieron pan y en su fastidio de estar con ampollas en los brazos toda la tarde sin hacer nada refunfuña y se enoja conmigo porque no pudo jugar durante todo el día.

...

dispersión absoluta en la jornada laboral y los asuntos pendientes se acumulan como las cenizas del puyehue en las aldeas del sur (malísima metáfora y trivial por la no equivalencia de los problemas). sin embargo así es y no hay mucha gana en mí de que eso no ocurra. reviso antiguos textos para ver si me contagio de mí misma.

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