las 40
es de noche y lluvia, una copa de champagne, luego un malbec dulcísimo que sin que casi me de cuenta va tomando el cuerpo mío hasta que entonces me levanto y siento los pies leves, el caminar ligero, el alma disipada y río... pido más --sírvanme más, que por favor la copa nunca esté vacía-- y sigo, sigo, sigo entre mujeres y hombres todos que festejan en las horas tibias de esta noche y lluvia.
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