domingo, noviembre 14, 2010

renaissance

los días de futbol, en casa, dentro del pasillo, en la ciudad universitaria, en una enorme manzana con tinglados y césped sintético, los chicos siempre con la pelota bajo el brazo, ahora en las postrimerías del domingo muchos goles y gritos que vienen desde otros edificios.

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la semana fue agitada y con olvidos: como el cumpleaños del varón de la familia a quien siempre dejamos relegado a nuestros caprichos femeninos y pueriles para sólo recordarlo cuando se pasaron varios días. hablé y realizé mi consabido acto de contricción y las disculpas oportunas.

el trabajo es continuo en la medida que mis obsesiones se cuelan en tareas --según él-- sin trascendencia ninguna. es que, como lo descubrí hace poco, necesito tener una obsession. aunque sea mínima o ridícula pero es la única manera de funcionar. lamento que no lo sea ahora la escritura (hecho que se traduce en la basura que cada tanto dejo impresa por acá para no perder del todo el contacto con la palabra escrita). hay una carta pendiente para un hombre importante que tal vez nunca se materialice, mil veces pensada, mil veces ensayada para que luego, la realidad se imponga entre nosotros (las palabras y las cosas) y sólo quede eso: el paso del tiempo, el peso de las circunstancias.

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