lunes, septiembre 13, 2010


hoy un dedo cortado. de tanto en tanto sufro un accidente de esos, trivial y sangriento que me habilita (como si necesitase un permiso) a proferir insultos anónimos y vociferantes, que asustan a los niños de la casa mientras me lleno las manos de algodones.

...

detesto, detesto tan hondo y profundo el teclado de los escritorios colindantes: las personas haciendo el ademán de decir (quién sabe qué) con los dedos a otras tantas que hay del otro lado y que responden y generan la reacción y así todos mudos en el silencio de la tarde que se desparrama un poco fría.


yo también quise decir y entonces una sucesión de cosas bellas como aguas azules y una mariposa dormida salieron, alcanforadas, a adormecer mi hora de la siesta. no hubo respuesta ni la habrá y me quedaré esperando, quieta, latiendo hasta que al fin te apartes tanto que ya sepa que estoy sola y mi guarda se confunda con una distracción cualquiera.

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