ahora es la mañana

y las gerenciales ausencias por vacaciones --más las lamentables y de largo plazo ausencias por despidos-- dejan el piso en un silencio de aire acondicionado bastante adormecedor y triste. nadie habla con nadie, solamente se escucha mi teclear de bailarín de tap, tal vez algún teléfono que suena impasible y espera una respuesta.

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el fin de semana transcurrió (sin semen) en altas temperaturas y hordas infantiles haciendo filas para ingresar a la pileta previo paso por las manos protectoras de la madre que a toda espalda llenaba de factor 65 como mínimo. así las cosas, los niños en el agua, los adultos repartidos entre las funciones de guardavidas, animadores o frustrados duermesiestas, bajo la sombra de un enorme pino fue un gran descubrimiento el libro de p.o. rosa chicle y tan comentado como hito literario 2009 (adoro las referencias blogeanas, la chispa, la erudición verdadera y la falsa, la calentura y todo lo demás). esta mujer tiene con qué y mucho y lo mejor: se me contagian alegres las ganas de escribir --aunque más no sea una pedorra entrada en mi propio lugar yoico, mi mal atendido y semiabandonado blog verde--.

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valga una referencia a mi renovado apasionamiento tanguero que se cumple y materializa con la ida al vetusto y alicaido villa malcom dos veces por semana así llueva o arrecie el calor veraniego y la transpiración corporal (mía) desafíe las ganas de los más perfumados caballeros. el estilo es moderno y la clase es en alta proporción un ir y venir de conceptos lanzados con la esperanza de que el alumnado comprenda, luego decodifique y traduzca en su propio cuerpo lo que vio en el cuerpo del profesor o maestro. las más de las veces todo queda en la retina y la reproducción de los movimientos resulta ser un mero deseo de los bailarines: es decir, la mayoría no agarra ni jota. pero como por suerte hay muchos, en alguno de los cambios de pareja pude bailar bien. el viernes último en particular.

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