viernes, octubre 30, 2009

en la alfombra móvil

de caucho corrí 6.68 km. mucha agua rodó cuesta abajo por el río de mi cuerpo y muchas otras cosas dije ayer --de las que me había prometido jamás referir-- y la sensación se me hizo como de melancolía un poco y de ahora nos une un secreto otro poco. pero no todo fue dado a conocer, siempre debe quedar un resquicio de misterio no importa si cierto o inventado, pero misterio al fin que alimente las curiosidades y malhabladurías o fantaseamientos ajenos.

acá en este lugar quedan menos gentes cada día, desde las personas que fueron "desvinculadas" (eufemismo si los hay) hasta los jubilados que han dejado tanto de su tiempo entre estos vidrios. todos se van yendo y me recuerdan épocas de despedidas como cuando se fue irene y corrí hasta el ascensor y no sé bien si la acompañé abajo o me quedé mirándo cómo se iba, o como cuando por las calles de madrid con maría dijimos "terminemos con la farsa" y nos abrazamos y luego cada una caminó por su calle perpendicular a la de la otra como para que nadie pudiera darse vuelta y espiar la partida con los ojos llenos de lágrimas. o como el último día de roxana, en el que que huí precipitada para no tener que despedirla y me persiguió y me dio un regalo que no me esperaba.

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hoy sería muy feliz poder bailar un tango.

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con intermitencia leo a pd james. me gusta su realismo oloroso a café caliente y que siempre se mueran dos o más personas y que nunca entiendo bien cómo se develaron los misterios ni cómo fue que ése era el asesino y no otro. (no porque las novelas estén mal ploteadas sino porque la lectora, es decir yo, es extremadamente poco sagaz).

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