viernes, mayo 16, 2008

la pura verdad es que las mujeres no sabemos nada y lo último del anterior, bah, una estupidez.

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vuelvo a este lugar blanco de paredes aguaverdosas con un dejo de melancolía. mi vida interior ha ido de a poco convirtiéndose en un no tener casi más vida interior. por ejemplo: no querer ya regresar en subte sola. por ejemplo: elegir bailar tango a escribir, escuchar música a leer. por ejemplo: almorzar siempre en compañía y si no directamente no almorzar. es así que cuando quedo sola me evito porque ya no sé de qué hablarme. entonces sobreviene esa necesidad absurda de encontrar a alguien-alguienes para decir todo el tiempo sin decir absolutamente nada. por ejemplo: hablar del clima, del paro del campo, de --hete aquí-- los negocios, las situaciones energéticas de emergencia, la inminencia de una devaluación que no termina de producirse, hablar de las carteras nuevas de los últimos diez días (una verde, una azul cielo), hablar de las cosas del pasado, de las cosas del presente.

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hoy, y este es un asunto aparte, estuve todo el día con tremendas ganas de cojer. es buena la sensación de desabastecimiento entre las piernas, sentir la respiración mía que me inflama el pecho, me redondea el vientre, sentir que ahí abajo no sucede nada y todo es pura expectación, que todavía es mediodía y la posibilidad del sexo se encuentra tan lejana en horas y tan al alcance de mi voluntad.

hoy estuve todo el día como una burbuja temblorosa a punto de estallar.

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ahora es tardísimo y tengo gusto a chocolate en la boca.

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hubo un día (en estos días) con música: un piano steinway de cola y yo nos encontramos en el lobby de un hotel lleno de mármoles y flores. después de muchos meses, semanas, horas, años sin que yo recordara que eso se podía --o que yo podía eso--, nos amamos.

no fue un encuentro apasionado ni desesperado. fue un encuentro feliz y tintineante: el piano y yo nos entendimos como hacía tiempo no lo hacíamos. con sordina y corda, para no despertar las sospechas ni las reprimendas de los botones. fue un encuentro amable, simple y lleno de alegría. como el amor debiera ser. siempre.

necesito un piano.

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