lunes, enero 28, 2008

una mariposa negra con motas verdes

alfajores en una cajita y dos noches (cuántas) sin poder dormir. hermanas que quedan emabarazadas. hermanas que quedan embarazadas. hermanas que quedan embarazadas. mujeres haciendo la comida para una multidud de niños depués de un: quédense a cenar (hoy soy feliz), vamos que no nos vemos nunca. por favor.

esta mañana casi imposible levantarme (cómo voy a hacer el resto de los días, cómo hará ella cuando le pese el vientre y la culpa autoinflingida de no haber sabido). no es a mí, es a otra. no es mí cuerpo, es el de otra. en el mío: crema para las piernas, perfume dulcísimo en el cuello, el jugo de una naranja, salir de apuro tras la noche maldormida.

hablábamos, bajo los árboles, multiplicadas como frutas en una canasta de cuándo un viaje: dejar niños y maridos, irnos igual que adolescentes (qué lejos quedamos en el tiempo). también de las cesáreas y de cómo la maternidad al cuerpo. de por qué mejor no un hijo ahora. quédense a cenar, hoy es sábado, el verano invita. en la cocina la cebolla llorando su perfume bajo un charco de aceite cuando suena el teléfono y una de las mujeres atiende.

no es mi cuerpo, es el tuyo. no es mi vida, es la tuya. no son mis hijos, son los tuyos.

aquí uno me pregunta que si debe asistir o no a la reunión xx, que si se firmó o no se firmó el documento zz, cuestiones ínfimas de las que hago comentarios fuera de lugar --digo que no cuando es sí o que sí cuando es un debería averiguarlo-- porque ya no sé cuál es un lugar u otro. por ejemplo: recibo un mail de alguien querido que cambió de sexo, o cambió tener sexo con hombres por tenerlo con mujeres, y no entiendo mucho, pero si ha encontraro la felicidad (como si en ese fin tan pocas veces alcanzable de La Felicidad cupiera todo). también: no es mi cuerpo, es el de él. hay putos que no conocen mujer, agrega alguien, con tono un poco de escándalo, otro poco de asombro.

(ayer vimos las mariposas. no las toquen que el polvo brillante de las alas queda en los dedos y uno puede transformarse en mariposa, miento: me da miedo que las maten, como a los caracoles aquélla vez)

aquí las chicas lucen zapatos caros, camisitas finas, hablan arrastrando apenas las palabras. no quedan embarazadas (a veces es porque ni siquiera cojen). no las apremia el mango. sí otras cosas, como a todo el mundo, al fin y al cabo cada uno con su cruz.

¿cuántas lágrimas esconde una cebolla de dorada piel?

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