jueves, diciembre 27, 2007

entonces se llega, se saluda no con muchas ganas a las caras que van apareciendo. luego se sigue el ritual de preguntas aledañas a la cuestión vacacional, que si el tiempo fue bueno lo suficiente, que si el descanso agradable, que si no había gente (ese es un punto importante: no a la gente), que si alfajores o chocolatines, que una nueva tobillera, etc. se descubre que el escritorio sigue ocupando exactamente la misma posición y que el teclado de la computadora contiene igual cantidad de cubitos con letras pintadas en idéntico orden al que había sido dejado atrás en el tiempo. las personas se muestran más o menos parecidas, a algunos les crece la barba, otros gastan nuevos peinados sin mayores éxitos estéticos. claro, uno tampoco cambió demasiado: ni el sol logró dejar huellas profundas en la piel debido a la paranoia del bronceador, ni en veinte días nacen más arrugas ni cabellos grises de los que ya se ostentaban.

eso sí: el tamaño del culo presenta modificaciones --lamentablemente expansivas-- a cuenta de la cantidad de medialunas y la cerveza ingerida durante la estancia en las afueras, modificaciones que no han podido evitarse a pesar de los larguísimos y solitarios paseos por debajo de las arboledas, por encima de las arenas, por entre las olas del mar (estos últimos de breve lapso dado que el mar, además de callada admiración y eterno amor, nos causa frío). femeninamente se elije una pollera que sabrá disimular tales percances --los relacionados al tamaño de las asentaderas--.

*

espero, con ansia un poco ajada, el último tango del año. sera hoy? será mañana?

*

¿?

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estoy hecha un embole.

2 Comments:

Blogger Mamerto Tetto opina lo siguiente:

Que lindo lo que escribis. Te voy a recomendar a mis amigos. Posta.

Me re gusto!! MAL!!!

ChaAu!

6:29 a.m.  
Blogger Mamerto Tetto opina lo siguiente:

Ah, y no, nada que ver... no sos un embole. Posta! Mal! (esos, como veras, son mis latiguillos)

ChaAu!

6:30 a.m.  

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